Gobernanza ambiental

David Figueroa y Patricio de Los Ríos-Escalante

tanto, la relación productividad/respiración varía en el continuo fluvial. De esta manera se establece una predicción de la composición de las comunidades biológicas de invertebrados de acuerdo a los grupos funcionales de alimentación. Así, en los ríos de orden bajo, las comunidades están conformadas principalmente por organismos desmenuzadores de materia orgánica particulada gruesa (CPOM), específicamente hojarascas y restos vegetales, mientras que en los ríos de orden alto y debido a la baja concentración de oxígeno y la alta concentración de materia orgánica disuelta predominan los organismos filtradores, existiendo una zona de transición entre am bos grupos de organismos en las zonas intermedias del río (Jones y Mulholland, 2000; Vannote et al. , 1980). Este cuerpo de conoci miento es válido para sistemas fluviales sin intervención antrópica y geográficamente localizados en zonas templadas. No obstante, y dadas las diversas presiones ambientales en estos ecosistemas, la intervención antrópica está presente en la mayoría de los ecosistemas fluviales, lo que genera diversos impactos am bientales al funcionamiento de numerosos procesos ecosistémicos de los sistemas fluviales; por ejemplo, bajas concentraciones de oxígeno en zonas bajas del río pueden ser acentuadas debido a las alteraciones derivadas de emplazamientos urbanos, agrícolas o in dustriales (Figueroa et al. , 2003, 2007; Allan y Castillo, 2007). Así, existiría una marcada diferencia de las comunidades biológicas, específicamente invertebrados bentónicos en función de la calidad del agua, con lo que surge el concepto de especies bioindicadoras, ya que su presencia está asociada a las determinadas condiciones ambientales (Parra et al. , 2004). Considerando estos antecedentes, se propusieron los índices de calidad de agua, los que se basan en que las distintas especies de la fauna bentónica tienen distinto nivel de tolerancia a las condiciones ambientales, lo que se maneja en una tabla con un factor de ponderación específico (Palma et al. , 2002; Figueroa et al. , 2003, 2007). En este escenario, los resultados han demostrado que los ríos de la zona central de Chile, especialmente entre los 33 y 41° S, tienen una marcada intervención antrópica, principalmente en las zonas

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