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Para Jorge Teillier es el poeta un ser marginal, pero de esa marginalidad y

desplazamiento puede nacer su fuerza, “la de transformar la poesía en

experiencia vital, y acceder a otro mundo, más allá del mundo asqueante donde

vive” (Teillier; 1968: 14). Su poesía es iluminadora de un paisaje que permanece

eterno (Quezada; 1993), de “un tiempo verdadero del que sobreviven las semillas

del pan y del vino.

Un tiempo como el girar de un trompo en la mano o el girar de las estaciones y

los planetas en donde todos tenían sus tareas perfectas” (Teillier; 1963: 3), de su

poesía surge una mirada, no sólo contempladora del cielo, sino un remirar a la

tierra, un rescatar a los antepasados, un valorar el lugar de origen, la tierra natal,

un rebuscar las raíces, “su poesía revela una escritura fundada en sus realidades

históricas y una consciencia también historicista, muchas veces crítica y

cuestionadora” (Quezada; 1993: 94), arraigada de manera geneal ógica y

memorial a los llamados lares, lugares. “El poeta es el guardián del mito y de la

imagen hasta que lleguen tiempos mejores” (Teillier; 1968: 14).

Fotografía 17, Reseña de la casa y la habitación de Jorge Teillier.

Fuente Catálogo Patrimonio Arquitectónico Lautaro, Municipalidad de Lautaro.

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