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“Nadie ha muerto aún en esta casa. Ninguna mano busca una mano ausente. El

fuego aún no añora a quién cuidó encenderlo. La noche no ha cobrado sus

poderes”.

“Nadie ha muerto, pero todos han muerto. Rostros desconocidos se asoman a los

espejos otros conducen hacia otros pueblos nuestros coches. Yo miro un huerto

cuyos frutos recuerdo.”

“Sólo se oyen pasos habituales. El fuego enseña a los niños su lenguaje el rocío

se divierte columpiándose en las rosas. Nadie ha muerto aún en esta casa.”

“Pequeña confesión” (1978a) (página 1, estrofa 1)

“Sí, es cierto, gaste mis codos en todos los mesones. Me a maron las doncellas y

preferí a las putas. Tal vez nunca debiera haber dejado el país de los techos de

zinc y cercos de madera”.

(página 2, estrofa 9)

“Como de costumbre volveré a la ciudad escuchando un perdido rechinar de

carretas y soñaré techos de zinc y cercos de madera mientras gasto mis codos en

todos los mesones”.

“El molino y la higuera” (1993):

“Un hombre sólo en una casa sola” (página 2 -3, poema completo)

“Un hombre sólo en una casa sola no tiene deseos de encender el fuego no tiene

deseos de dormir o estar despierto un hombre sólo en una casa enferma”.

“No tiene deseos de encender el fuego y no quiere oír más la palabra futuro el

vaso de vino se ha marchitado como un magnolio y a él no le importa estar

dormido o despierto.”

“La escarcha ha emp añado las ventanas, pero a él sólo le importa mirar la apagada

chimenea sólo le gustaría tener una copa que le contara una vieja historia a ese

hombre sólo en una casa sola.”

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