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una amplia ventana permite ver la huerta, el patio, la quinta, el parrón, los corrales

e incluso más allá, los volcanes, la estela de humo tras el paso de la locomotora

a vapor.

Se convierte en un cuadro impresionista que sintetiza la más noble expresión y

diversidad cultural de este territorio y cuya imagen quedara grabada en cada uno

de los habitantes durante la primera mitad del siglo XX.

Sin embargo, esta expresión, ha estado ausente del registro, y más aún de sus

análisis, por cuanto su génesis tuvo un sustento es rural, a lo que se añade su

dispersión dentro del territorio de la “ Frontera ”, lo que genera un arbitrario

desconocimiento en la investigación de la arquitectura regional en nuestro país.

La casa del poeta Jorge Teillier en Lautaro, es reflejo de ello, se unen en un

mismo elemento, aquella impronta recogida en su sugerente mirada de su entorno

y el marco espacial que la acogió: la vivienda sureña.

Efectivamente, su expresión va considerablemente más allá al recoger ciertos

estilos, expresa con real certeza un marco socio-cultural para comprender un

proceso histórico que fue común a diversos pueblos del sur, un doloroso proceso

de ocupación, marcando para bien o para mal el destino definitivo de uno de los

territorios más diversos del país como lo es la Araucanía.

Esta impuesta manera de ocupación, indudablemente se vio reflejado en la

arquitectura, una edificación de una heterogeneidad propia de los habitantes que

la colonizaron, tal es el caso de la arquitectura rural de los colonos suizos,

alemanes, franceses y los italianos, quienes plasmaron en sus construcciones

parte de los valores estéticos de su tierra natal, como también el surgimiento de

un tipo de arquitectura espontanea que recrearon cientos de carpinteros por los

más diversos pueblos de la Araucanía.

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