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En otras palabras, lo que queremos decir aquí no es más de lo que Bourdieu, Passeron
y Chamboredon (2008) expusieron en su acápite La ilusión de la transparencia y el principio
de la no-conciencia , y sin duda no es algo que ellos se hayan inventado, pues ya Marx,
Durkheim y Weber se habían apertrechado contra el artificialismo de la sociología
espontanea . Quedémonos con la idea de que “en la producción social de su existencia, los
hombres establecen relaciones determi nadas, necesarias, independientes de su voluntad” (Marx en Bourdieu, et al. 2008:34) 25 .
Agreguemos otro elemento, para comprender aún mejor la naturaleza de las
disposiciones de las que hablamos. Existe una importante correlación entre las
probabilidades objetivas , que son científicamente construidas, y que se encargan de observar
las oportunidades de acceder o poseer tal cosa; y las esperanzas subjetivas , representadas por
los elementos que motivan y muestran como necesarias ciertas cosas en las personas. Pero
esta correlación no se comprende como si las aspiraciones o disposiciones de un sujeto fueran
producto de una “evaluación exacta de sus probabilidades de éxito”, sino que más bien las
disposiciones son inculcadas en una relación estrictamente solidaria con las condiciones
objetivas , es decir, las posibilidades e imposibilidades de hacer o acceder a una determinada
cuestión, la libertad o prohibición para realizar tal o cual práctica; por tanto las disposiciones
son engendradas en directa relación con las condiciones de existencia en las cuales los
actores se desenvuelven .
Pasemos a ver cómo opera esto a nivel de la unidad doméstica , que constituye el foco
de análisis mínimo de este estudio. Las anticipaciones producidas por el habitus , estas
respuestas o “teorías sociales”, o hipótesis prácticas como llega a nominarles Bourdieu,
otorgan a las experiencias pretéritas un condicionamiento fundamental en la estructura del
habitus , y es en el seno de la unidad doméstica, donde se expresan un determinado y
determinante tipo de condiciones de existencia, las cuales constituyen “el universo
relativamente autónomo de la economía doméstica y de las relaciones fam iliares” (2009:88).
De este modo, estas manifestaciones o expresiones de determinadas necesidades económicas
o sociales, o mejor aún, el conjunto de relaciones sociales que constituyen la unidad
25 “Consideramos fecunda la idea de que la vida social debe explicarse, no por la concepción que se hacen los que en ella participan, sino por las causas profundas que escapan a la conciencia” (Durkheim en Bourdieu et al. 2008:34).
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