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y cultivan cada uno de ellos. Para esto, cada comunero aporta, proporcionalmente, su trabajo y

los elementos necesarios para la preparación y siembra de los terrenos. A su vez, una vez

efectuadas las cosechas, el producto de ellas es dividido proporcionalmente en relación a los

aportes que cada uno haya hecho. Para poder efectuar el cierro de estos terrenos y su división

interior en cuatro partes, la mayoría de estos indígenas ha solicitado crédito para la adquisición

de alambre. Este sistema de trabajo lo han adoptado estos indígenas, gracias a la iniciativa,

ayuda y orientación prestada por el señor Lucas Mellado Hueichán, quien, sin tener derechos

en esta comunidad, se ha dedicado a llevar adelante esta obra con el único fin de ayudar a sus

semejantes y de buscar mejores formas de trabajo que produzcan mayores beneficios. Sin duda

que con su iniciativa ha logrado bastante, pues ha inculcado entre estos indígenas el concepto

y la necesidad de trabajar en grupos, en forma organizada. Como consecuencia de esto mismo

formaron un Comité de Pequeños Agricultores”. (DASIN, 1964)

Esta división interna de la reducción en cuatro potreros o porciones de la totalidad

inscrita en el Titulo de Merced se encuentra sumamente presente en los relatos que hemos

logrado registrar, y durante los años previos a la aplicación del Decreto-Ley 2.568 de 1979

esta forma dominó la configuración socio espacial en Juan Ailla Varela. Pues tal como se

observa en el mapa de la figura 5 estos cuatro potreros, y tal como se expone en el informe,

se destinaban a la actividad agrícola de forma rotativa, volviendo al potrero inicial cada

cuatro años. Sin embargo, lo que no se encuentra escrito en este informe es que si, por

ejemplo, un año tocaba sembrar en el potrero A, los demás potreros B, C y D quedaban

disponibles para la alimentación de los animales de quienes adelantaran actividades

productivas pecuarias.

Hasta los años previos a la dictadura cívico-militar de Pinochet los cercos en Juan

Ailla Varela eran sumamente escasos, de las 15 unidades domésticas solo 5 poseían cercos

alambrados, de esas 5 solo 2 tenían sus alambrados al pie de la casa, pues las demás utilizaban

el alambre para proteger sus árboles frutales y solo una unidad doméstica tenía alambrada

una extensión de 8 cuadras. Sin embargo, gran parte de los habitantes de la reducción tenían

la proyección de cercar estos cuatro potreros, para ello algunos solicitaban créditos, ya sea a

INDAP o al Banco del Estado para poder adquirir hebras de alambre. De este modo se

protegerían las sementaras, en el potrero de turno, del desplazamiento de los animales.

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