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sedimentario continental; la Formación Malleco (Plioceno-Pleistoceno inferior)

correspondiente a una secuencia volcanosedimentaria; Abanico Volcanoclástico de Muco

(¿Plioceno?-Pleistoceno) compuesto por depósitos asociados a materiales de origen lahárico

y, probablemente, de flujos piroclásticos provenientes del sector cordillerano; y los depósitos

glaciofluviales de las glaciaciones Río Llico, Santa María y Llanquihue (Pleistoceno), que

presentan rocas volcánicas y/o clastos volcánicos (Mella y Quiroz, 2010).

Siguiendo esta línea, se sugiere que estos materiales volcánicos fueron transportados por los

afluentes principales, los ríos Quepe, Cautín, Cholchol y la confluencia de estos dos últimos,

el río Imperial, y depositados en la zona de Puerto Saavedra (Figura 64). Dado que los

depósitos glaciofluviales se evidencian en niveles aterrazados antiguos y en las terrazas altas

medias y bajas de los ríos Cholchol, Quepe y Cautín (Mella y Quiroz, 2010), las glaciaciones

registradas en la Depresión Central pudieron haber ejercido un control importante en la tasa

de erosión y transporte de sedimento hacia la costa, sobretodo en su etapa final, ya que, los

deshielos pudieron haber proporcionado un aporte considerable de agua en los cauces,

generando una mayor capacidad y competencia en estos ríos (Tarbuck et al., 2005). Esto se

podría validar a futuro realizando estudios de concentraciones de nucleídos cosmogénicos, como 10 Be, 14 C y 26 Al, en morrenas, que permiten obtener edades de exposición, tasas de

producción y tasas de erosión, tal como se ha calculado y estudiado en otras zonas (Balco et

al., 2008; Kaplan et al., 2011; Marrero et al., 2016; Mendelova et al., 2017).

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