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En cuanto a su aplicación en el neuromarketing, es importante

conocer cómo se comporta el cerebro del consumidor en sus distintos

niveles, tanto en el racional, emocional y primitivo, para así, poder generar

los estímulos correctos, con la menor inversión de esfuerzos, dinero y

capital humano. De esta manera, las empresas serían capaces de generar

estímulos, por ejemplo, publicidad, de forma efectiva, íntegra, eficiente y

eficaz.

De esta manera, pueden conocer las necesidades reales de los

consumidores, sus miedos y temores, para entonces poder ofrecer

soluciones que minimicen dicha condición. (Braidot, 2000)

Las emociones

La amígdala, es un pequeño complejo nervioso del tamaño de una

almendra, en el cual descansa el proceso de elaboración de las redes

emocionales del ser humano, es aquí donde nacen los estímulos que le

advierten al cerebro si una situación externa o interna representa un

peligro, o, al contrario, alguna ganancia (no pecuniaria) para el mismo.

Es así que, por ejemplo, cuando los consumidores se ven

enfrentados a una publicidad específica, es la amígdala la encargada de

enviar un estímulo al resto del cerebro, tejiendo una red de emociones,

provocadas por dicha externalidad, lo que culmina en las emociones, las

cuales se pueden traducir en un rechazo al estímulo (es decir, no se

presenta interés por el producto o servicio ofrecido) o en aceptación a este

(lo que quiere decir que se acepta al producto o servicio ofrecido, lo cual

culmina en una adquisición o intención de compra).

Es así que, las emociones, en conjunto con la razón (córtex) en

conjunto son la base en el proceso de toma de decisiones, ya que la

primera es la encargada de reaccionar y generar acciones en base a los

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