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Monitoreo de gases volcánicos: análisis de emisiones de dióxido de azufre…

Con la finalidad de realizar estudios de desgasificación de SO 2 , la actividad volcánica en

el margen occidental de América del Sur resulta ser de gran interés, ya que, debido a su

contexto tectónico de subducción, presentan más de 200 volcanes activos distribuidos en

cuatro segmentos de la Cordillera de los Andes (Figura 1): Zona Volcánica Norte (ZVN,

2°N-5°S) que comprende los países de Colombia, Ecuador y Perú; Zona Volcánica Central

(ZVC, 14°S-28°S) que comprende el sur de Perú, norte de Chile y Argentina; Zona Volcánica

Sur (ZVS, 33°S-46°S) que comprende el centro-sur de Chile y Argentina; y la Zona

Volcánica Austral que comprende el extremo sur del continente (ZVA, 49°S-55°S) (Thorpe,

1984).

De forma particular, la ZVC es una de las provincias volcánicas más extensas del mundo,

por su longitud y volumen de material eyectado. En ella se concentra la más alta densidad de

volcanes y centros eruptivos que existe sobre la Tierra e incluye los volcanes activos de

mayor altura en el mundo, como el Nevado Ojos del Salado (6.887 m s. n. m) (Stern et al.,

2007). En el norte de Chile, la ZVC reúne cerca de 32 volcanes activos, además de domos,

centros eruptivos monogenéticos y grandes complejos de calderas (Lara et al., 2011). Sin

embargo, solo algunos han desarrollado actividad histórica y actividad fumarólica

permanente, como por ejemplo, los volcanes: Tacora, Parinacota, Guallatiri, Isluga,

Irruputuncu, Olca, Ollagüe, San Pedro, Putana, Láscar, Lastarria (Stern et al., 2007). Entre

ellos, el estratovolcán Láscar, ubicado al este del Salar de Atacama, ha sido reconocido como

el volcán más activo de la ZVC, de acuerdo con el número de episodios eruptivos

documentados en los cuatro siglos anteriores (Lara et al., 2011).

El volcán Láscar, de composición andesítica-dacítica, alberga en su cima cinco cráteres

que se superponen e interactúan parcialmente (Gardeweg et al., 2011). Su actividad comenzó

antes del último glacial (40-50 ka), no obstante, los registros históricos datan de 1854 cuando

se realizó la primera descripción de su escenario eruptivo (Casertano & Barozzi, 1961).

Desde entonces se han documentado alrededor de 30 erupciones, las cuales han sido

principalmente freatomagmáticas y de actividad fumarólica (Gardeweg et al., 2011; Pérez,

2020). Dentro de ellas, destaca la erupción subpliniana desarrollada en el año 1993, la cual

destruyó al pueblo de Talabre Viejo y generó una columna eruptiva de más de 18 km de

altura (Matthews et al., 1997; Thomas et al., 2009). Posterior a este evento, los informes

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