La hermenéutica del sujeto curso en el Collège de France (1981-1982)

Y la subordinación que deben reinar entre sus partes; y al mismo tiempo, por ese hecho mismo, estará en condiciones de velar por la ciudad, salvaguardar sus leyes, su constitución (la politeid), y equilibrar como es debido las justas relacio­ nes entre los ciudadanos. Por lo tanto, a lo largo de todo ese texto, la inquietud de sí es claramente instrumental con respecto a la inquietud por los otros. Y la prueba de que lo que se define en el Alcibíades es sin duda esa relación la en­ contraríamos en esta otra imagen, en cierto modo negativa, o en todo caso tar­ día y ya marchita de Alcibíades: la del Banquete. En medio de los invitados que discuten irrumpe Alcibíades, ya un poco viejo y, en todo caso, completamente ebrio. Can ta las alabanzas de Sócrates y, por hechizado que esté aún por las lec­ ciones de éste, deplora y lamenta no haberlas escuchado. Y dice: a despecho de todo lo que me falta, sigo no obstante sin preocuparme por mí m ismo {epime­ leisthai emautou), mientras que me ocupo de los asuntos de los atenienses.*’ Es­ ta frase es un eco notorio del tema del propio Alcibíades. En ese diálogo, este personaje se había comprometido a ocuparse de sí m ismo para poder ocuparse de los ciudadanos, poniendo la dikaiosyne en el centro mismo de su inquietud. Pues bien, finalmente se ocupó de los ciudadanos sin ocuparse de sí mismo. Por lo tanto, no sabe qué es la dikaiosyney etcétera. Y todos los dramas y catás­ trofes del Alcibíades real se dibujan en esa pequeña distancia entre la promesa del Alcibíades y la borrachera del Banquete. Podríamos decir que en Platón, de una manera general, el lazo entre inquie­ tud de sí e inquietud por los otros se establece de tres formas. O bien, para vol­ ver a lo que les decía hace un momento, en Platón, el autoconocimiento es un aspecto, un elemento, una forma -cap ital sin duda, pero sólo una form a- del imperativo fundamental y general del “preocúpate por ti m ismo” . El neoplato­ nismo invertiría esa relación. Pero al contrario, en Platón, lo catártico y lo polí­ tico no se diferencian entre sí. O mejor, el rumbo mismo será a la vez catártico y político. Y esto de tres maneras. Porque al ocuparse de sí m ismo -e s lo que acabo de decirles hace un instante-, uno va a ser capaz de ocuparse de los otros. Existe, por decirlo así, un lazo de finalidad entre ocuparse de sí y ocuparse de los otros. Me ocupo de mí m ismo para poder ocuparme de los otros. Voy a practicar en mí lo que los neoplatónicos llamarán la katharsis, voy a practicar este arte de la catártica para poder, justamente, convertirme en un sujeto políti­ co. Sujeto político entendido como: aquel que sabe qué es la política y, por

*' “Me obliga a confesarme que. siendo así que tantas cosas me faltan, persisto en no preocupar­ me por mí mismo [eti emautou men amelo], para mezclarme más bien en los asuntos de Atenas" (Platón. Le Banquet, 216a. traducción de L. Robin, en ob. cit., pp. 78-79).

Made with FlippingBook flipbook maker