La hermenéutica del sujeto curso en el Collège de France (1981-1982)

“ inquietud de sí mismo” . Con esta expresión intento traducir, mal que bien, una noción griega muy compleja y rica, también muy frecuente, y que tiene una prolongada vigencia en toda la cultura griega: la de epimeleia heautou, que los latinos traducen, desde luego, con todo el desabrimiento que se denunció a menudo, o que en todo caso se señaló,^ por algo así como cura s u i ? Epimeleia heautou es la inquietud de sí mismo, el hecho de ocuparse de sí m ismo, preocu­ parse por sí mismo, etcétera. Ustedes me dirán que es sin duda un poco para­ dójico y un tanto sofisticado elegir, para estudiar las relaciones entre sujeto y verdad, esta noción de epimeleia heautou^ a la cual la historiografía de la filoso­ fía no atribuyó hasta hoy una importancia excesiva. Es un poco paradójico y sofisticado elegir esta noción, cuando todo el mundo sabe, dice y repite, desde hace mucho tiempo, que la cuestión del sujeto (cuestión de! conocimiento del sujeto, cuestión del conocimiento del sujeto por sí mismo) se planteó origina­ riamente en una fórmula y un precepto muy distintos: la famosa prescripción dèlfica del gnothi seauton (“conócete a ti mismo”).® Siendo así que en la historia de la filosofía - y más ampliamente aún, en la historia del pensamiento occiden­ ta l- todo nos indica que el ^ o t h i seauton es sin duda la fórmula fundadora de la cuestión de las relaciones entre sujeto y verdad, ¿por qué haber escogido esta no­ ción en apariencia un tanto marginal, que recorre el pensamiento griego, claro está, pero a la cual no parece haberse asignado un estatus particular: la de la in­ quietud de sí mismo, epimeleia heautou'i Me gustaría entonces, en esta primera hora, detenerme un momento en esta cuestión de las relaciones entre la epime­ leia heautou (la inquietud de sí) y el gnothi seauton (el “conócete a ti mismo”). En lo que respecta al “conócete a ti mismo” , querría hacer esta primera obser­ vación muy simple, refiriéndome a estudios hechos por historiadores y arqueólo- refiriéndose exclusivamente, en general, al estatus de los aphrodisia en k ética pagana de los dos pri­ meros siglos de nuestra era; por el otro, sostiene la idea de que no se puede hablar de subjetividad en el mundo griego, en el que el elemento ético se deja determinar como bios (modo de vida). Todo s los textos importantes de Cicerón, Lucrecio y Séneca sobre estos problemas de traduc­ ción están reunidos en el artículo de Carlos Lévy “Du grec au latin” , en Le Discours philosophi­ que, Paris, PUF, 1998, pp. 1145-1154. “ Si hago todo en interés de mi persona, es porque el interés que pongo en ella se antepone a todo [/; omniapropter curam mei facio, ante omnia est mei cura]." Séneca, Lettres à Lucilius, tomo V, libro XIX-XX, carta 121, 17, traducción de H . Noblot, Parfs, Les Belles Lettres, 1945 [en lo suce­ sivo se hará referencia a esta edición] [traducción castellana: Epístolas morales a Lucilio, Madrid, Credos, 1989-1994, dos volúmenes]. C f. P. Courcelle, Connais-toi toi même, de Socrate à saint Bernard, Paris, Études augustiniennes, 1974, tres volúmenes.

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