La hermenéutica del sujeto curso en el Collège de France (1981-1982)

ese insecto que persigue a los animales, los pica y los hace correr y agítarse.^^ La inquietud de sí mismo es una especie de aguijón que debe clavarse allí, en la car­ ne de ios hombres, que debe hincarse en su existencia y es un principio de agita­ ción, un principio de movimiento, un principio de desasosiego permanente a lo largo de la vida. Creo, por lo tanto, que esta cuestión de la epimeleia heautou tie­ ne que liberarse un poco, tal vez, de los prestigios del gnothi seauton, que hizo dis­ minuir un tanto su importancia. Entonces, en el texto que trataré de explicarles dentro de un momento con un poco más de precisión (el famoso texto del Alci- bíades, toda la última parte), verán cómo la epimeleia heautou (la inquietud de sO es sin duda el marco, el suelo, el fiandamento a partir del cual se justifica el impe­ rativo del “conócete a ti mismo” . Por consiguiente: importancia de esa noción de epimeleia heautou en el personaje de Sócrates, al cua!, sin embargo, suele asociar­ se, de manera si no exclusiva sí al menos privilegiada, el ^ o t h i seauton. Sócrates es el hombre de la inquietud de sí y seguirá siéndolo. Y se verá, en toda una serie de textos tardíos (entre los estoicos, los cínicos y sobre todo E p i c t e t o ) , q u e Só­ crates es siempre, esencial y fundamentalmente, quien interpelaba a los jóvenes en la calle y les decía: “Es preciso que se ocupen de sí mismos” . Tercer punto concerniente a esta noción de la epimeleia heautou y sus rela­ ciones con el gnothi seauton-. me parece que dicha noción no acompañó, en­ marcó, fundó, simplemente, la necesidad de conocerse a sí m ismo en el único momento de su aparición en el pensamiento, la existencia, el personaje de Só ­ crates. Me parece que esa epimeleia heautou (esa inquietud de sí, y la regla que se le asociaba) no dejó de ser un principio fundamental para caracterizar la actitud filosófica a lo largo de casi toda la cultura griega, helenística y romana. Impor­ tancia, desde luego, de esta noción de la inquietud de sí en Platón. Importancia entre los epicúreos, porque en Epicuro encontramos una fórmula que se repeti­ rá con mucha frecuencia: todo hombre debe ocuparse día y noche y a lo largo de toda la vida de su propia alma.^^ Para hablar de “ocuparse” , Epicuro emplea “ Si me dais muerte, no encontraréis fácilmente otro hombre (...] atado a vosotros por la volun­ tad de los dioses, para estimularos como un tábano lo haría con un caballo” (ibíd., 30e, p. ! 58). “¿Lograba, Sócrates, persuadir a todos los que acudían a él de que se ocuparan de sí mismos [epimeUisthai heauton]}” (Epicteto, Entretiens, ob. cit., III, l , 19, p . 8). La frase pertenece a la “Epístola a Meneceo” . Más exactamente, el texto dice; "N un ca es dema­ siado carde ni demasiado temprano para asegurar la salud del alma. [...] D e modo que tanto el joven como el viejo deben filosofar” (Epicuro, Lettres et Maximes, traducción de M. Conche, Villers-sur-Mer, Éd. de Mégare, 1977 [en lo sucesivo se hará referencia a esta edición], § 122, p. 2 1 7 [traducción castellana; “ Ep ísto la a M eneceo” , Obras completas, M ad r id , T e cno s , 1995]): cita retomada por Foucault en Histoire de la sexualité, tomo 111, Le Souci de soi, Paris,

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