La hermenéutica del sujeto curso en el Collège de France (1981-1982)

que, al contrario, no pide más que entrar en la política y transformar sus venta­ jas estatutarias en acción política concreta. Ahora bien - y aquí empieza la parte del diálogo que querría estudiar un poco más detenidamente-, pregunta Sócrates, si gobiernas la ciudad, para poder gobernarla es preciso que enfrentes a dos clases de rivales.*® Por una parte, los ri­ vales internos con quienes tropezarás en la ciudad, pues no eres el único que quiere gobernarla. Y además, el día que la gobiernes, chocarás con los enemigos de la ciudad. Chocarás con Esparta, chocarás con el Imperio Persa. Ahora bien, dice Sócrates, sabes perfectamente cuál es la situación, tanto de los lacedemonios como de los persas: se imponen a Atenas y a ti. En primer lugar, por la riqueza: por rico que seas, ¿puedes comparar rus riquezas con las del rey de Persia? En cuanto a la educación, la que tú recibiste, ¿puedes compararla efectivamente con la de los lacedemonios y los persas? Por el lado de Esparta [encontramos] una breve descripción de su educación, presentada no como modelo, pero sí en todo caso como referencia de calidad; una educación que asegura las buenas maneras, la grandeza de espíritu, el valor, la resistencia, que inculca en los jóve­ nes la afición por los ejercicios, por las victorias y los honores, etcétera. Tam ­ bién por el lado de los persas - y este pasaje es interesante- las ventajas de la educación recibida son muy grandes; educación que se refiere al rey, al joven príncipe, joven príncipe que desde su [más] tierna infancia -bueno , desde que nene edad para comprender- está rodeado por cuatro profesores: uno es el pro­ fesor de sabiduría {sophia), otro es profesor de justicia {dikaiosyne), el tercero es maestro de templanza {sophrosyné) y el cuarto, maestro de valor [andreid). Pri­ mer problema, que será preciso compatibilizar para la cuestión de la datación del texto: por una parte, la fascinación y el interés por Esparta aparecen cons­ tantemente, como ustedes saben, en los diálogos platónicos desde los diálogos socráticos; en cambio, el interés, la fascinación por Persia es un elemento que se considera tardío en Platón y los platónicos [...]. Ahora bien, con respecto a es­ ta educación, sea la de Esparta o la de los persas, ¿cómo se formó Alcibíades? Pues bien, dice Sócrates, mira lo que te pasó. Tras la muerte de tus padres fuiste entregado a Pendes. Éste, desde luego, “tiene poder total sobre la ciudad, Gre­ cia y algunos estados bárbaros” . Pero, en definitiva, no fue capaz de educar a sus hijos. Tuvo dos, ambos inútiles. Por consiguiente, caíste en mal lugar. Por ese lado no había que contar mucho con una formación seria. Y, por el

T o do este pasaje está en Alcibiade, 119a-124b, en ob. cit., pp, 86-93. Sólo se escucha; “que se encontrará en el platonismo tardío, en todo caso, en la .segunda mitad del platonismo” .

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