La hermenéutica del sujeto curso en el Collège de France (1981-1982)
otro, tu tutor Pericles tuvo la precaución de confiarte a un viejo esclavo (Zopi- ro de Tracia), viejo esclavo que era un monumento de ignorancia,y que, por ende, no pudo enseñarte nada. En esas condiciones, dice Sócrates a Alcibíades, hay que hacer una comparación: quieres entrar en la vida política, quieres to mar en tus manos el destino de la ciudad; no posees la m isma riqueza que tus rivales y, sobre todo, no tienes la misma educación. Es preciso que reflexiones un poco sobre ti mismo, que te conozcas a ti mismo. Y aquí vemos aparecer, en efecto, la noción, el principio: gnothi seauton (referencia explícita al principio deifico).*^ Pero es interesante ver que esta aparición gnothi seauton., antes de cualquier noción de inquietud de sí, se da con una forma débii. Se trata, sim plemente, de un consejo de prudencia. No tiene en absoluto el sentido fuerce que encontraremos más adelante. Aquí, Sócrates pide a Alcibíades que reflexio ne un poco sobre sí mismo, vuelva un poco a sí m ismo y se compare con sus ri vales. Con se jo de prudencia: mira un poco cómo eres, en comparación con aquellos a quienes quieres enfrentar, y de ese modo descubrirás claramente tu inferioridad. Inferioridad consistente en esto: no sólo no eres rico y no has recibido edu cación, sino que tampoco eres capaz de compensar esas faltas (de riqueza y educa ción) mediante lo único que podría permitirte afrontarlos en una posición no dema siado desventajosa: un saber, una tekhne?^ No tienes la tekhne que te permitiría compensar esa inferioridad inicial. N o tienes tekhne. Y en este punco, Sócrates demuestra a Alcibíades que no tiene la tekhne que le permitiría gobernar bien la ciudad y estar al menos en pie de igualdad con sus rivales. Se lo demuestra me diante un procedimiento absolutamente clásico en todos los diálogos socráticos: ¿qué significa gobernar bien la ciudad? ¿En qué consiste el buen gobierno de la ciudad? ¿En qué se lo reconoce? Prolongada sucesión de interrogaciones, hasta llegar a esta definición propuesta por Alcibíades: la ciudad está bien gobernada cuando la concordia reina entre sus ciudadanos.^^ Le preguntan lo siguiente: ¿qué es esa concordia, en qué consiste? Y Alcibíades no puede contestar. N o puede contestar, y entonces el pobre muchacho se desespera. Dice: “N i yo mismo sé lo que digo. En verdad, es muy posible que haya vivido desde hace mucho en un es tado de ignorancia vergonzosa, sin advertirlo siquiera” . A lo cual Sócrates res-
“Vamos, niño ingenuo en exceso, créeme, cree en esas palabras inscriptas en Delfos: ‘Conócete a ti m ismo ’” (Platón, Alcibiade, 124b , en ob. cit., p. 92).
Ibíd., 125d, p. 95. Ibíd-, 126c, p. 97. Ibíd., 127d, p. 99.
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