La hermenéutica del sujeto curso en el Collège de France (1981-1982)

no es el cuerpo ni los bienes. A diferencia del profesor, no se preocupa por enseñar aptitudes o capacidades a aquel a quien guía, no procura enseñarle a hablar, no trata de enseñarle a imponerse a los demás, etcétera. El maestro es quien se preo­ cupa por la inquietud que el sujeto tiene con respecto a sí mismo y quien en­ cuentra, en el amor que siente por su discípulo, la posibilidad de preocuparse por la preocupación de éste en relación consigo mismo. Al amar de manera des­ interesada al joven, se erige, por lo tanto, en el principio y el modelo de la in­ quietud que éste debe tener por sí mismo en cuanto sujeto. Pues bien, si insistí en estas tres pequeñas observaciones concernientes al médico, al padre de familia y a los enamorados, si subrayé estos tres pequeños pasajes, que tienen en la eco­ nomía del texto, de hecho, un papel sobre todo transicional, es porque creo que evocan problemas que, a posterior!, tendrán una importancia considerable en la historia de la inquietud de sí y sus técnicas. En primer término, vamos a ver que regularmente se plantea la cuestión de la relación entre la inquietud de sí y la medicina, la inquietud de sí y los cuida­ dos del cuerpo, la inquietud de sí y el régimen. Digamos: relación entre inquie­ tud de sí y dietética. Y si Platón, en ese texto, muestra con claridad la diferencia de naturaleza radical que distingue dietética e inquietud de sí, veremos que en la historia de una y de otra va a haber un entrelazamiento cada vez más grande -po r muchas razones que trataremos de analizar-, a punto tal que una de las princi­ pales formas de la inquietud de sí en la época helenística y sobre todo en la época romana, en los siglos I y II, reside en la dietética. En todo caso, la dietética, como régimen general de la existencia del cuerpo y el alma, va a convertirse en una de las formas capitales de la inquietud de sí. En segundo lugar, se planteará con igual regularidad la cuestión de la relación entre la inquietud de sí y la actividad social, los deberes privados del padre de familia, del marido, del hijo, del propie­ tario, del dueño de esclavos, etcétera: todas las cuestiones que, como ustedes sa­ ben, se agrupan en el pensamiento griego con el nombre de la “económica” . ¿La inquietud de sí es compatible o no con ese conjunto de deberes? También ésta será una cuestión fundamental. Y las diferentes escuelas filosóficas no la respon­ derán de la misma manera. Digamos, en términos generales, que en los epicúreos habrá una tendencia a desconectar lo más posible las obligaciones de la economía y la urgencia de una inquietud de sí. En cambio, en los estoicos vamos a ver, al contrario, una intrincación, que intentarán construir con la mayor solidez posi­ ble, de la inquietud de sí y la económica. Por último, durante varios siglos tam­ bién se planteará la cuestión de la relación entre inquietud de sí y lazo amoroso: la inquietud de sí, que se forma y no puede sino formarse en una referencia al Otro, ¿debe pasar también por el lazo amoroso? Y en este caso constataremos un

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