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En la poesía lárica se encuentra la presencia de un paisaje geográfico, físico y

humano, como marco de referencia y atmosfera de un territorio y de un paisaje

“una casa nat al, un patio de grosellas y glicinas, una aldea con su estación de

trenes su calle y su taberna” (Quezada; 1993: 93), donde la aldea y la casa toman

el valor de un personaje literario que representa el centro mítico y recreador de

una realidad vivida (Quezada; 1993). Es la manera de marcar la intrahistoria, los

acontecimientos de una época, en un tiempo mítico, imperecedero.

Fotografía 24, vista exterior, esquina sur-este

Fotografía 25, vista exterior, fachada sur. Febrero 2021. Fuente CCB*

Tiempo e historia se confunden en el mito, trasfondo de realidad e historia,

historia de míticos y legendarios lugares marcados por episodios y sucesos de

este y otros siglos (Quezada; 1993), “el marco geográfico, lárico y memorial de

la poesía tiene sin l imitaciones fronterizas, su universalidad de mundo”

(Quezada; 1993: 95), el lar y sus personajes liricos dotados de vida y en

contraposición de una civilización, de un mundo y su modernidad, trasciende a

un tiempo espacio universal, mítico, donde caben todos los tiempos y los

espacios. La casa natal y las casas del pueblo, la aldea, son lugares y personajes

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