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El sentido común me indicaba que un bien patrimonial, es un elemento

importante para la sociedad, de carácter sagrado, que atesora un reconocimiento,

valor y resguardo social. Que el patrimonio es algo reconocido por la sociedad

en general y que representa a la sociedad en general. Esto para mí representaba

el primer dilema ético, tanto como persona y profesional, ya que desde mi

ignorancia no conocía a Jorge Teillier, ni su poesía, ni mucho menos su casa, por

lo que me preguntaba ¿Para qué grupos sociales estoy trabajando realmente?

¿Qué pasa con aquellos grupos y personas que como yo no leen poesía ni a Jorge

Teillier? ¿Qué porcentaje de la población conocerá la obra de Jorge Teillier y dan

valor a la casa? Todas estas preguntas representaban dilemas éticos, ya que me

estaba embarcando en un trabajo con repercusiones sociales, donde se estaba

hablando de la herencia cultural nacional, lo que allanaba mi preocupación sobre

si realmente debía involucrarme en este proceso que ciertamente, como se expone

en el marco conceptual, es dirigido para los fines e intereses de determinados

grupos sociales.

Sin saber realmente lo que tenía que hacer, con el camino aún nublado, esta fue

la primera meta que me propuse para desarrollar de la mejor manera posible mi

trabajo, siendo que también, en un principio me guie por la lectura de García

Canclini, “Los usos sociales del patrimonio cultural” (1999), donde el autor

escribe sobre la desigualdad social y estructural (grupos, clase, genero, etnia), e

indica que la producción del patrimonio está atravesada por diferencias,

conflictos y desigualdades, siendo que la consideración de esta lectura me motivo

más aún a querer llegar a encontrar los valores de la casa, entre medio de la mayor

cantidad de personas posibles de Lautaro, con el sentido ético de que la casa

representara efectivamente a la comunidad y no a una elite social.

Desde un sentido negativo, desde el principio este camino se presentaba inviable

y como todo un desafío y límite tajante, ya que se alejaba de los requerimientos

de la institución y el contexto de pandemia impedía muchas situaciones sociales

posibles. Así con el pasar del tiempo, ya dada por superada esta limitante

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