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clave en el cual se van transformando las identidades de los barrios o campamentos,
específicamente de localidades residenciales, donde según su contexto, estas van
recibiendo pautas dominantes, que lo determinan y condicionan de manera absoluta,
y es por ello que van adquiriendo ciertas características que les permitan como grupo
de personas, identificarse con los suyos. Es desde aquí que Guber (2004) entrega la
conformación de identidades en los barrios o villas, donde explica que el villero (quien
reside en la villa) posee las mismas expectativas que el resto de la población acorde
a sus necesidades como la salud, vivienda, educación, trabajo, etc. Sin embargo, este
se enfrenta a limitaciones que obstaculizan su acceso a distintos recursos, por ende,
a la concreción de dichas expectativas; y debido a estas causas que el villero toma
imágenes de inmoralidad como la ineptitud y el desinterés del progreso transmitidas
por medios extra villeros, las cuales termina admitiendo e incluso sustenta, basándose
para ello su propia existencia. Lo mismo se puede llevar a reflexión en los
campamentos, los cuales se ubican en las periferias de las ciudades, marginados,
estigmatizados frente a la homogeneidad social (Brain et. al., 2010), donde
condicionan sus bases en la construcción de las identidades que se vayan
conformando en estos poblados.
Así como el poblador puede construir su identidad a causa de los medios extra villeros
o extra campamento, la experiencia de los pobladores nos demuestran han tenido
que sobrellevar en luchas por su propia existencia labradas en la adquisición ilegal de
un sitio, el temor a ser desalojado, la acción audaz en los comités formados en la
población, han creado la fisonomía humana del “callampero” (Garcés, 2002), el cual
se describe como ente identificador de este grupo en el compañerismo en vez de
generosidad, independencia moral como coronamiento de un complicado proceso de
autoconformación”. El callampero es un hombre ambicioso y ladino, que con
desenvoltura “navega en dos aguas”, la propia y la que permite entrar “en juego con
los de la otra tienda política”. De esta forma se va construyendo la identidad del
poblador, formando nuevas identidades, la cual se condiciona dentro de una cultura
de clase obrera, contextualizada dentro del espacio del trabajo y el barrio (Santibáñez,
2004), considerando una que otras condiciones cualitativas que hacen construir la
identidad del “callampero” o “poblador”.
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