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la lucha por vivienda digna, una demanda llevada a cabo durante las últimas tres
décadas levantada y agenciada por los pobladores quienes han logrado levantar
orgánicas como el MLP en busca de la reivindicación de las viviendas sociales. Es en
un amplio término, una demanda por romper con los marcos de la exclusión y la
segregación urbana. La dignidad, de tal manera, es un significante que emerge en un
contexto donde la igualdad puede ser reivindicada. Es precisamente a través de la
demanda por un derecho a la vivienda digna que los pobladores pueden reclamar el
igual respeto con el resto de la sociedad y, a partir de ahí, reclamar el derecho a una
vida digna. (Angelcos y Pérez, 2017).
Finalmente, el carácter político de la lucha por la vivienda digna, así como la
asimilación de la demanda territorial como un derecho a la ciudad imbricado en la
lucha por la vida digna significó que las reivindicaciones actuales de los pobladores,
ejecutadas mediante mecanismos formales de participación regulados por el Estado,
se organizan fundamentalmente en torno a la demanda por subsidios habitacionales,
así como por derechos territoriales (Angelcos & Pérez 2017; Pérez 2019). Tal
fenómeno, aunque marca una diferencia sustancial con las protestas de los sesenta
y setenta, no ha implicado necesariamente una moderación del contenido de la
demanda. El reclamo por el derecho a la ciudad, la vida y la vivienda digna realizada
desde dichas instancias, revela no sólo una reformulación del tradicional derecho a la
vivienda, sino también las limitaciones intrínsecas de un modelo subsidiario que
construye soluciones habitacionales masivamente a expensas de segregar a los
pobres (Álvarez, 2006; Roth, 2011; Angelcos & Pérez, 2017). En ese sentido, la
demanda territorial exigida por la FENAPO resulta difícil de gestionar cuando el modo
de hacer ciudad está sustentado en la especulación del suelo urbano.
La tesis de Natascha Roth (2011), “La casa nueva, nuestra casa. Una investigación
sobre la vida familiar y la lucha por la vivienda” ahonda en la vida en los campamentos
y en las organizaciones sociales que se gestaron al interior del campamento
Monseñor Fresno poniendo énfasis en la vida familiar de los pobladores. En términos
de enfoque, la autora se posiciona desde los estudios de parentesco en antropología,
estableciendo como consideración de su investigación que el parentesco y la familia
corresponden a construcciones culturales y sociales, presentes bajo diversas formas
y contenidos en un gran número de pueblos (probablemente la mayoría) y serán
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