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de cada factor resulta esencial para una evaluación global del riesgo (Aspinall y Blong, 2015).
En regiones con una gran cantidad de volcanes activos, como América Latina, evaluar los
riesgos de todos los sistemas podría resultar poco práctico. En tales casos, una estrategia de
clasificación de riesgos que incluya todos los factores principales de riesgo ayuda a priorizar
los sistemas volcánicos que más necesitan una evaluación de riesgos formal y/o la
implementación de estrategias de reducción de riesgos como medidas de mitigación, sistemas
de alerta temprana y planes de emergencia
Estas clasificaciones son especialmente útiles en regiones con una gran cantidad de
volcanes activos, pero recursos limitados, lo que aumenta la necesidad de jerarquizar y
priorizar las inversiones. Además, la posibilidad de actualizar rápidamente el ranking cuando
se disponga de nueva información detallada garantiza una evaluación dinámica del riesgo en
relación con los cambios en amenazas, exposición y vulnerabilidad, permitiendo adaptar las
medidas de mitigación y reasignar inversiones según sea necesario.
Las estrategias de ranking existentes ya han permitido avances significativos en el
conocimiento y clasificación de las amenazas volcánicas, como por ejemplo el ranking de
riesgo específico de volcanes activos de Chile propuesto por el Servicio Nacional de
Geología y Minería. Sin embargo, estas clasificaciones no incorporan información sobre
vulnerabilidad y resiliencia, elementos clave para una caracterización completa del riesgo
general que los sistemas volcánicos plantean y la identificación de medidas efectivas de
mitigación y respuesta.
Dado que la reducción del riesgo es el objetivo final cuando se trata con peligros
naturales, es esencial considerar que, aunque se puede mitigar el impacto del peligro, el
evento volcánico en sí no se puede controlar, y la exposición no se puede reducir fácilmente
reubicando infraestructura y comunidades establecidas, ya que conlleva costos económicos
significativos. Por lo tanto, los cambios en los factores de peligro y exposición son difíciles
de lograr. En contraste, se espera que reducir la vulnerabilidad y aumentar la resiliencia sean
estrategias más eficaces para la reducción de riesgos. Por lo tanto, cualquier clasificación de
riesgos que busque priorizar sistemas que requieren estrategias de reducción de riesgos
también debe incorporar parámetros de vulnerabilidad y resiliencia.
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