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el mercado. La pregunta que se hicieron los expertos del área fue: ¿Cómo es
posible que si la mayoría de las personas prefieren un producto consumen
masivamente el de la competencia? Esta contradicción llamó la atención de
Read Montague, un especialista en neurociencias que propuso aplicar el
método científico a la resolución del problema.
Montague necesitaba observar qué estaba pasando realmente en el
cerebro de cada persona durante el proceso de selección y que repitió la
experiencia con 67 voluntarios cómodamente instalados en tomógrafos y
máquinas de resonancia magnética nuclear.
Estas herramientas permitieron observar que ambos productos
activaban el sistema de recompensas positivas del cerebro de la misma
manera pero, sin embargo, el córtex prefrontal medio (zona encargada del
control del pensamiento superior) sólo se activaba cuando la persona conocía
el nombre de la marca del refresco que estaba tomando El especialista
concluyó que el cerebro relaciona la marca con imágenes e ideas subjetivas y
predeterminadas, generando sensaciones superiores a las correspondientes
a la calidad o el gusto del producto. Esta prueba confirma aún más el enorme
poder que puede tener una marca en las personas y persuadirlas despertando
aquellas sensaciones.
Este enfoque de neuromarketing requiere conocer la manera en que
funciona el cerebro humano (procesos cerebrales) y comprender lo que es
verdaderamente relevante para el consumidor de acuerdo a su propia
percepción. Este “percibir” está bajo la construcción de la verdadera realidad
(no la que considera la organización) y de allí la pertinencia de este nuevo
campo de estudio.
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