La hermenéutica del sujeto curso en el Collège de France (1981-1982)

de Séneca a Lucillo, en la que dice: pues bien, no hay que creer que el mal se nos impuso procedente del exterior; no está afuera de nosotros {extrinsecus), es­ tá dentro de nosotros {intra nos esi). O bien, un poco más adelante: in visceribtis ipsis sedee (el mal está en nuestras v i s c e r a s ) . E n esta práctica de nosotros mismos, hay que trabajar para expulsar, expurgar, dominar, deshacerse y libe­ rarse de ese mal que es interior. Y agrega: desde luego, es mucho más fácil co­ rregirse si ese mal se toma en una época en que uno todavía es joven y tierno, cuando el mal aún no está arraigado. Pero de todas maneras, como ven, aun concebida como una práctica de juventud, la práctica de sí tiene que corregir y no formar; no sólo formar: también tiene, sobre todo, que corregir, corregir un mal que ya está presente. Ya debemos curarnos, incluso cuando somos jóvenes. Y un médico, por supuesto, tiene mucho más posibilidades de éxito si se lo lla­ ma al comienzo de la enfermedad y no al f i n a l . D e todos modos, aunque uno no se corrija en la juventud, siempre puede hacerlo. Aunque nos endurezca­ mos, hay medios para repararlo, para corregirnos, para que podamos volver a ser lo que habríamos debido ser pero nunca fu im o s .V o lv e r a ser lo que nunca fuimos: ahí está, me parece, uno de los elementos, uno de los temas más funda­ mentales de esta práctica de sí. Y Séneca evoca lo que pasa en el caso de los ele­ mentos físicos, los cuerpos físicos. Dice: se consigue sin duda reparar vigas gruesas, si están curvadas; con mayor razón también podrá repararse el espíritu humano, que es flexible.^-’ En todo caso, dice, la bona mens (el alma de calidad) no aparecerá nunca antes que ia mala mens, antes, en cierto modo, que la falta “¿Por qué nos engañamos? Nuestro mal no viene de afuera [twn est extrinsecus malurri nosmirn]\ está dentro de nosotros [intra nos « / ] , tiene su sede en el fondo mismo de nuestras entrañas \¡n visceribus ipsis sedet], y la razón por ¡a cual llegamos trabajosamente a la salud es que no nos sa­ bemos afectados” (Séneca, Lettres h Lucilius, tomo 11, libro V , carra 50, 4 , ob. cir., p. 34). En esce lugar, ei manuscrito dice simplemente “ hay que buscar un maestro” . "El médico [...] tendrá menos que hacer si el vicio es reciente. I j s almas aún ciernas y nuevas seguirán dócilmente los caminos de lu razón que se les muestren” (ibíd., p. 35). “Hay crabajo que hacer [Lihorundum est\ y, a decir verdad, ese crabajo ni siquiera es grande, con tal de que, como y'a lo dije, comencemos a formar, a reparar nuestra alma anees de que en ella se endurezcan las malas inclinaciones. Pero aun en caso de endurecimiento no desespero. No hay nada que no extirpen una labor obstinada, un ceio sostenido e inteligente" (ibíd., 50, 5-6, p. 35). “ Por combadas que estén, podrás volver a poner derechas unas ramas de madera dura; el calor endereza tas vigas que se curvan, y nosotros modificamos su estructura natural para modelarlas según nuestras necesidades. ¡Cuánto más fócilmente acepta el alma su forma, el alma, flexible esencia, más dúctil que todos los Huidos! ¿Es ella, en efecto, otra cosa que un soplo de aire, constituido de cierta manera? Aliora bien, puedes comprobar que el aire es el elemento elástico por excelencia, y lo es tanto más cuanto más sutil es" (ibíd., 50, 6, p. 35)-

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