La hermenéutica del sujeto curso en el Collège de France (1981-1982)

es decir, la constitución que nos hace propensos a una enfermedad. Después viene el pathos propiamente dicho, movimiento irracional del alma que Cicerón traduce en latín por la palabra perturbatio y Séneca por affectus. Luego del pathos, la enfermedad propiamente dicha, tenemos la nosema, que es el paso al estado crónico de la enfermedad: el paso al hexis, lo que Séneca llama morbus. A conti­ nuación viene la arrostema, traducida por Cicerón como aegrotatio, vale decir, una especie de estado permanente de enfermedad que puede manifestarse de una u otra manera, pero que mantiene al individuo como si estuviera perpetuamente enfermo. Por fin, último estadio, el vicio {kakia), la aegrotatio inveterata, como dice Cicerón, o el vitium malum (la pesti^^"^ en palabras de Séneca, que es el momento en que el individuo está completamente deformado, afectado y perdido dentro de una pasión que lo posee por entero. Tenemos, entonces, todo ese sis­ tema de analogías sobre el que paso rápidamente porque es conocido. Más interesante, sin duda, es el hecho de que la práctica m isma de sí, tal co­ mo la define, designa y prescribe la filosofía, se conciba como una operación médica. En cuyo centro encontramos, desde luego, la noción fundamental de therapeuein. Com o saben, en griego therapeuein quiere decir tres cosas. Quiere decir, por supuesto, realizar un acto médico cuyo objetivo es curar, sanar; pero therapeuein también es la actividad del servidor que obedece órdenes y sirve a su amo; y por último, therapeuein es rendir un culto. Ahora bien, therapeuein heautori'^ significa a la vez: cuidarse, ser el servidor de sí m ismo, y rendirse un culto. Al respecto hay, por supuesto, toda una serie de variaciones, a algunas de las cuales trataré de volver. Pero tomemos, por ejemplo, el texto fijndamental de Filón de Alejandría en De vita contemplativa, en el que se trata de ese grupo de terapeutas, de esa gente griegas son las Tusculanas de Cicerón (IV, 10, 23 , 27 , 29) y las Epístolas a Lucilio de Séneca (75 y 94 ) . Pero este párrafo se inspiró además, sin duda, en la aparición en esa época de la tesis de J . Pigeaud, L a Maladie de l ’âme. Etude sur la relation de Táme et du corps dans la tradition médi- co-philosophique antique, Paris. Les Belles Lettres. 198L “Elias [las inclinaciones naturales] cobran nuevo vigor, de todas maneras, a menos que la corrup­ ción \pestis] haya terminado, a la larga, por penetrarlas y afectarlas mortalmente: de tal modo que, aunque la filosofía se aplique a ello con todo su esfuerzo, no logrará hacerlas renacer por medio de sus lecciones” (Séneca, Lettres à Lucilius, tomo rv, libro XV, carta 94, 31, ob. cit., p. 75). En este caso, la referencia destacada es Marco Aurelio, quien, a propósito del genio interior, es­ cribe que es preciso “ rodearlo de un culto sincero [gnesios therapeuein]. Ese culto [therapeia] consiste en conservarlo puro de toda pasión” (Marco Aurelio, Pensées, II, 13, ob. cit., p. 14). En Epicteto encontramos también la expresión heautontherapeuein (Epicteto, Entretiens, I, 19, 5, ob. cit., p. 72).

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