La hermenéutica del sujeto curso en el Collège de France (1981-1982)

objeto de preocupación, de modo que ocuparse de sí será a la vez ocuparse del alma y del cuerpo. Ya es notorio en las cartas un poco hipocondríacas de Séneca.^ Y esa hipocondría, entonces, va a resaltar de manera patente en personas como Marco Aurelio, como Frontón^ y, sobre todo, como Elio Arístides,“* etcétera. En fin, ya volveremos al asunto. Y ése es, creo, uno de los efectos del paralelismo entre medicina y cuidado de sí: habrá que vérselas con toda una intrincación psíquica y corporal que va a ser el centro de esa inquietud. Por último, la tercera consecuencia de ese desplazamiento cronológico es, evidentemente, la nueva importancia y el nuevo valor asum idos por la vejez. En la cultura antigua, la vejez tiene, desde luego, un valor, valor tradicional y reco­ nocido, pero un valor que en cierto modo es, diría yo, limitado, compensato­ rio, parcial. La vejez es la sabiduría, pero también la debilidad. La vejez es la ex­ periencia adquirida, pero también la incapacidad de ser activo en la vida de todos los días, e incluso en la vida política. La vejez permite dar consejos, pero es también un estado de debilidad en el cual se depende de los otros: se les dan consejos, pero siguen siendo los jóvenes quienes defienden la ciudad, quienes, por consiguiente, defienden a los ancianos, y son ellos quienes trabajan para dar a los viejos lo necesario para vivir, etcétera. Por lo tanto: valor tradicionalmente ambiguo o limitado de la vejez. Digamos, en general, que en la cultura griega tradicional la vejez es honorable, está claro, pero indudablemente no es desea­ ble. Uno no puede desear envejecer, aunque se cite, y justamente se citará du ­ rante mucho tiempo, la famosa frase de Sófocles que se felicitaba de haber lle­ gado por fin a viejo, porque así se había liberado de los apetitos sexuales.^ Pero Con respecto a las cartas 55, 57 y 78, Foucault escribe; “ Las cartas de Séneca ofrecerían m u ­ chos ejemplos de esa atención prestada a la salud, al régimen, a los malestares y a todos los tras­ tornos que pueden circular entre cuerpo y alma” (M. Foucault, Le Souci de soi, ob. cit., p. 73). Marco Cornelio Frontón (100-166), nativo de Num idia, cónsul en I43 , es conocido, sobre to­ do, por haber sido el maestro de retórica de Marco Aurelio. Al parecer fue un buen orador, pe­ ro para juzgarlo sólo nos queda su correspondencia con el futuro emperador. F-sta correspon­ dencia se extiende entre 139 y 166 (muerte de Frontón). Cf. el análisis que Foucault hace de ella en la clase dcl 27 de enero, segunda hora. Elio Arístides es el autor de seis discursos sagrados dedicados a sus enfermedades y sus curas (Elio Arístides, Discours sacrées, traducción de A.-J. Festugiére, París, Macula, 1986 [traducción castellana: Discursos, Madrid, Credos, 1987-1999, cinco volúmenes]). Sobre él, cf. M . Fou­ cault, Le Souci de soi, ob. cit., p. 73. Referencia al comienzo de la República de Platón, el momento en que Cèfalo, interrogado so­ bre los inconvenientes de la vejez, responde; “Conocí, al contrario, ancianos animados de senti­ mientos muy diferentes, entre otros el poeta Sófocles. Un día estaba a su lado cuando le pre­ guntaron: ‘ ¿En qué situación te encuentras. Sófocles, en lo que se refiere al amor? ¿Eres aún

Made with FlippingBook flipbook maker