La hermenéutica del sujeto curso en el Collège de France (1981-1982)

a su vida, aun cuando sea joven, es un tema que toca coda una serie de cuestio­ nes importantes a las que volveremos. Ante todo, se trata, desde luego, de la cuestión del ejercicio de la muerte (meditación de la muerte como práctica de la muerte): vivir la vida como el último día.^ Es el problema del tipo de satisfac­ ción y placer que uno puede obtener de sí mismo. Es el problema -m u y impor­ tante, por supuesto- de la relación entre vejez e inmortalidad: en qué aspectos la vejez, en esta ética grecorromana, prefiguró o anticipó o estaba en correla­ ción con los temas de la inmortalidad y la supervivencia personal. Por último, nos encontramos con elio en el corazón de toda una serie de problemas que ha­ brá que desentrañar.'® Éstos son algunos de los rasgos, de las consecuencias que marcan ese desplazamiento cronológico de la inquietud de sí: de la urgencia adolescente -en el Alcibíades- a -en la época imperial, los siglos 1 y I I - una edad adulta o cierta bisagra entre ésta y la vejez real o ideal. En segundo lugar, una segunda cuestión que quería abordar hoy: ya no esa ampliación cronológica o desplazamiento cronológico sino la ampliación, por así decirlo, cuantitativa. En efecto, en la época de la que hablo ocuparse de sí ya no es, y por otra parte ya no era desde mucho tiempo atrás, una recomendación reservada a ciertos individuos y subordinada a un fin determinado. En síntesis, ya no se dice a la gente lo que Sócrates decía a Alcibíades: si quieres gobernar a los otros, ocúpate de ti mismo. De aquí en más se dice: ocúpate de ti mismo y se acabó. “Ocúpate de ti mismo y se acabó” , vale decir que la inquietud de sí pare­ ce presentarse como un principio universal que se aplica y se impone a todo el mundo. La cuestión que yo querría plantear, una cuestión a la vez histórica y metodológica, es [la siguiente]: ¿podemos decir que la inquietud de sí constituye ahora una especie de ley ética universal? Ustedes me conocen lo suficiente para suponer que voy a responder de inmediato; no. Lo que me gustaría mostrar, la apuesta metodológica de todo esto (una parte, en todo caso), es que; no hay que dejarse atrapar por ese proceso histórico ulterior que se desarrolló en la Edad Media, y que fue la juridización progresiva de la cultura occidental. Juridización que nos hizo tomar la ley, y la forma de la ley, como el principio general de toda regla en el orden de la práctica humana. Lo que querría mostrarles, al contrario, es que la ley misma forma parte, como episodio y forma transitoria, de una his­ toria mucho más general, que es la de las técnicas y tecnologías de las prácticas del sujeto en referencia a sí mismo, técnicas y tecnologías que son independien-

^ C f. la dase del 24 de marzo, segunda hora. Para un nuevo examen de la naturaleza inmortal o no del alma en los estoicos (y particular­ mente en Séneca), cf. la clase del 17 de marzo, segunda hora.

Made with FlippingBook flipbook maker