La hermenéutica del sujeto curso en el Collège de France (1981-1982)

en instituciones, en grupos que eran absolutamente distintos unos de otros y que implicaban, la mayoría de las veces, exclusión con respecto a todos los de­ más. La inquietud de sí está ligada a prácticas u organizaciones de cofradía, de fraternidad, de escuela, de secta. Y, si abusamos un poco de la palabra “secta” - o , mejor, si le damos el sentido general que encontramos en griego: como sa­ ben, la palabra que significaba a la vez familia, clan, género, raza, etcétera, se empleaba para designar el conjunto de los individuos que congregaba, por ejemplo, la secta epicúrea o la secta estoica-, si tomamos la palabra francesa secte en una acepción más amplia que la corriente, yo diría que, en la cultura antigua, la inquietud de sí se generalizó en efecto como principio, pero articulándose siempre con un fenómeno sectario, con el fenómeno sectario. Y a título de simple indicación, para mostrar, para señalar meramente la amplitud del abanico, diré lo siguiente: no habría que creer, en sustancia, que la inquietud de sí sólo se encuentra en los medios aristocráticos. No [son] sim ­ plemente los más ricos, privilegiados económica, social y políticamente, quie­ nes practican la inquietud de sí. Constatamos una difusión bastante amplia de ésta en una población de la que hay que decir que, al margen sin duda de las clases más bajas y, desde luego, de los esclavos -p e ro incluso en este caso hay que hacer algunas rectificaciones—, era muy cultivada en comparación con lo que se conoció en Europa hasta el siglo X IX . Pues bien, en esa población, es preciso señalar con claridad que [vemos] la inquietud de sí manifestarse, organizarse en medios que no eran en absoluto los medios privilegiados. En un extremo: en las clases menos favorecidas, encontramos prácticas de sí que están muy fuertemente ligadas a la existencia, en general, de grupos religiosos, grupos netamente insti­ tucionalizados, organizados alrededor de cultos definidos, con procedimientos a menudo ritualizados. Por otra parte, ese carácter cultual y ritual hacía menos necesarias las formas más sofisticadas y más eruditas del cultivo personal y la búsqueda teórica. El marco religioso y cultual dispensaba en parte de ese trabajo individual o personal de búsqueda, análisis, elaboración de sí por sí mismo. Pero de todos modos, en esos grupos, la práctica de sí era importante. En cultos como el de Isis,*^ por ejemplo, se imponían a los participantes abstinencias alimentarias Divinidad egipcia, Isis es conocida, sobre todo, por haber juntado los pedazos dci cuerpo de Osiris en una leyenda famosa cuyo relato completo aparece en Plutarco {Isis et Osiris, en Œuv­ res morales, tomo V-2, traducción de C . Froidefond, París, Les Belles Lettres, 1988 [traducción castellana; Isis y Osiris, Barcelona, Obelisco, 1997]). En los primeros siglos de la era cristiana, su culto (ella es a la vez la mujer apaleada, la esposa devota y la madraza) experimenta una vi­ gorosa expansión y un éxito popular en aumento, hasta conocer el entusiasmo de los empera­ dores romanos (así sucede con Calígula, que erige en Roma un templo consagrado a la diosa) y

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