La hermenéutica del sujeto curso en el Collège de France (1981-1982)
Pero también hay otro ejemplo, para mostrarles la complejidad y la variedad de todas estas dimensiones institucionales de la inquietud de sí: el famoso gru po de los terapeutas descripto por Filón de Alejandría en su Tratado sobre la vi da contemplativa. Este grupo, del que ya les hablé, es enigmático, porque en realidad Filón es el único que lo menciona, y en la práctica - a l margen de algu nos textos que pueden considerarse como referencias implícitas a los terapeu ta s- el m ismo Filón, en los textos que nos quedan, no habla de ellos sino en ese tratado. D e manera que algunos supusieron que los terapeutas no existían y que en realidad se trataba de la descripción ideal y utópica de una comunidad tal como debería ser. La crítica contemporánea -soy absolutamente incompe tente para decidir-, desde luego, parece suponer más bien que, en efecto, ese grupo existió realmente.*^ Puesto que, después de todo, muchas comprobacio nes lo hacen en todo caso muy probable. Ahora bien, este grupo de los terapeu tas era entonces un grupo de personas que se habían retirado a los alrededores de Alejandría, no al desierto, como lo liará la práctica eremítica y anacorética cristiana más t a r d í a , s i n o a una especie de pequeños jardines, pequeños jardi nes suburbanos en los que cada uno vivía en su celda o su cuarto, con lugares comunitarios. Y esta comunidad de los terapeutas tenía tres ejes y tres dimen siones. Por una parte, prácticas cultuales y religiosas muy marcadas, que mues tran con claridad que estamos frente a un grupo religioso: plegaria dos veces por día, reunión hebdomadaria en la que la gente se ubica por rango de edad y cada uno debe asum ir ta actitud que corresponde^' [...]. Y por la otra, un acento igualmente muy pronunciado sobre todo el trabajo intelectual, teórico, todo el trabajo del saber. Por el lado de la inquietud de sí se dice, desde el co- Por lo común {cf. U introducción de F. Daimias a su traducción de De vita contemplativa de Filón, ob. cit., así como la muy completa bibliografúi de R. Radice, Filone di Alessandria, Ñ a póles, BibÜopolis, 1983), se distinguen tres “ periodos" de la crítica: el antiguo (desde Eusebio de Cesarea en el .'»iglo II basta B. de Montfaucon en el siglo XV I I l ) .isimila los “ terapeutas” a una comunidad cristiana; el periodo moderno, en el siglo X i X (con Renán y e¡ padre Lagrange) con sidera la descripción filoniana como una pintura ideal; por último, la crítica contemporánea atestigua, por diversos conductos, la existencia real dcl grupo de los terapeutas, y se pronuncia por una semejanza con los esenios (c f M . Delcor, etcétera). En la clase del 19 de marzo de 1980, Foucault elabora su gran tesis de una recuperación de las técnicas filosóficas y paganas de dirección y examen de conciencia en el cri.stianismo de Casia no, a partir del problema que se planteaba con respecto a la formación del anacoreta antes de su partida hacia el desierto. * ' “ l a s manos bajo la vestimenta, l.i derecha entre e! pecho y el mentón, la izquierda colgante a un lado” (Filón, De vita contemplativa, 476M , traducción de P. Miquel, ob. cit., § 30, pp. 99-101). Sólo se escucha: “vale dec ir ... la inquietud de sí” .
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