La hermenéutica del sujeto curso en el Collège de France (1981-1982)

deformado, vicioso, preso de malos hábitos. Está fundada, en especial, en el he­ cho de que el individuo, aun en el origen, aun en el momento de nacer, aun, como dice Séneca, cuando estaba en el vientre de su madre, jamás tuvo con la naturaleza la relación de voluntad racional que caracteriza la acción moralmente recta y al sujeto moralmente valedero.' Por consiguiente, el sujeto no debe ten­ der hacia un saber que sustituya su ignorancia. El individuo debe tender hacia un estatus de sujeto que no conoció en ningún momento de su existencia. Tiene que sustituir e! no-sujeto por el estatus de sujeto, definido por la plenitud de la relación de sí consigo. Tiene que constituirse como sujeto, y en ello debe inter­ venir el otro. Creo que tenemos aquí un tema bastante importante en toda la historia de esa práctica de sí y, de una manera más general, de la subjetividad en el mundo occidental. En lo sucesivo, el maestro ya no es el maestro de la memoria. Ya no es aquel que, al saber lo que el otro no sabe, se lo transmite. Ni siquiera es quien, al saber que el otro no sabe, sabe mostrarle que en realidad sabe lo que no sabe. El maestro ya no va a inscribirse en ese juego. En lo sucesi­ vo, el maestro es un operador en la reforma del individuo y su formación como sujeto. Es el mediador en la relación del individuo con su constitución del sujeto. Puede decirse que, de una u otra manera, todas las declaraciones de filósofos, d i­ rectores de conciencia, etcétera, de los siglos 1 y II dan testimonio de esto. To­ men por ejemplo el fragmento de Musonio (está en la edición Hense de las obras de Musonio, es el fragmento 23) en que dice lo siguiente, que es muy in­ teresante. Dice: como ven, cuando se trata de aprender algo que es del orden del conocimiento o de las artes {tekhnaí), siempre necesitamos una capacitación, siempre necesitamos un maestro. Y sin embargo, en esos ámbitos (los conoci­ mientos, las ciencias, las artes) no adquirimos malos hábitos. Simplemente igno­ ramos. Pues bien, aun a partir de ese estatus de ignorancia, necesitamos una for­ mación y un maestro. Entonces, dice, cuando se trate de transformar los malos hábitos, cuando se trate de transformar la hexis, la manera de ser del individuo, cuando haya que corregirse, habrá a fortiori necesidad de un maestro. Pasar de la ignorancia al saber implica al maestro. Pasar de un estatus “a corregir” al estatus “corregido" supone a fortiori un maestro. La ignorancia no podía ser operadora de saber: en ese punto se fundaba el magisterio en el pensamiento clásico. En lo sucesivo, el sujeto ya no puede ser operador de su propia transformación, y allí se inscribe ahora la necesidad del maestro.^

' Sobre la naturaleza primera dcl vicio, cf. cartas de Séneca a Lucilio 50, 7; 90 , 44 ; 75 . 16. ^ N o existe ningún fragmento 23 de Musonio, pero todo induce a creer que Foucaulc remite aquí, en realidad, al fragmento II, 3. Sin embargo, la argumentación de Musonio no es exaaamen tc

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