La hermenéutica del sujeto curso en el Collège de France (1981-1982)

en eila.^ Ésa es la primera característica del stultus. Por otra parte, y como con­ secuencia de ello, el stultus es quien está disperso en el tiempo; no sólo abierto a la pluralidad del mundo exterior, sino disperso en el tiempo. El stultus es quien no se acuerda de nada, quien deja que su vida pase, quien no trata de llevarla a una unidad rememorando lo que merece recordarse, y Iquien no dirige] su atención, su voluntad, hacia una meta precisa y bien establecida. El stultus deja que la vida pase y cambia de opinión sin respiro. Por consiguiente, su vida, su existencia, transcurre sin memoria ni voluntad. Por eso hay en él un perpetuo cambio de modo de vida. Acaso recuerden que la vez pasada mencioné un texto de Séneca que decía: en el fondo, nada es más nocivo que cambiar de modo de vida con los años, y tener uno cuando somos adolescentes, otro cuando somos adultos, un tercero cuando somos viejos.'® En realidad, hay que lograr que la vida tienda lo más rápidamente posible hacia su objetivo, que es la realización de sí en la vejez. “Apresurémonos a ser viejos” , decía, en suma. Séneca; la vejez es ese punto de polarización que permite extender la vida como una sola uni­ dad. El stultus es todo lo contrario. El stultus es quien no piensa en su vejez, quien no piensa en la temporalidad de su vida, tal como ésta debe polarizarse en la consumación de sí en la vejez. Es quien cambia de vida sin descanso. Y entonces, mucho peor que la elección de un modo diferente de vida para ca­ da edad, Séneca alude a los que cambian de modo de vida todos los días y ven llegar la vejez sin haber pensado un instante en ella. Este pasaje es importante, y está al comienzo de De tranquillitate}^ Y la consecuencia, entonces - a la vez consecuencia y principio-, de esta apertura a las representaciones que proceden del mundo externo, y de esa dispersión en el tiempo, es que el individuo stultus no es capaz de querer como es debido. ¿Qué es querer como es debido? Pues bien, un pasaje al principio de la carta 52 va a decirnos qué es la voluntad del ^ Foucault hace un análisis del termino dhcriminatio en la clase del 26 de marzo de 1980. dedi­ cada a Casiano (cf. las metáforas del molinero, el centurión y el cambista): designa la operación de selección de las representaciones luego de ser experimentadas, en el marco del examen de conciencia (cf. la clase del 24 de l-ebrero, primera hora, para una presentación de esas técnicas). Cf. el an;üisis de la carta 32. ciase del 20 de enero, segunda hora. En el capítulo lli encontramos esta cita de Atenodoro: “¡Cuántas veces un anciano cargado de años sería incapaz de demostrar que ha vivido mucho tiempo, si no pudiese invocar su edad !” (Séneca, De la tranquillité de l'âme, 111. 8, ob. cit.. p. 81). Pero Foucault también se refiere aquí a un pasaje del capítulo II: “Agrégales a aquellos que, dando vueltas y más vueltas como la gen­ te que no consigue dormir, prueban sucesivamente todas las posturas hasta que el cansancio les hace encontrar el reposo: tras haber modificado cien veces la base de su existencia, terminan por quedarse en la posición en que los sorprende, no la impaciencia del cambio, sino la vejez” (ibíd.. II, 6, p. 76)

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