La hermenéutica del sujeto curso en el Collège de France (1981-1982)
van no sólo a completar su formación y su cultura, sino que quieren convertirse en filósofos. Es evidente que la plática 22 del libro III, la famosa conversación so bre el retrato del cínico, se dirige a esta categoría de alumnos. Y en ella se dice que uno de los ^ o r im o i (los alumnos, los discípulos de Epicteto) plantea la cues tión o, bueno, más bien hace valer su deseo de entrar en la vida c ín i c a ,v a l e de cir: consagrarse por entero a la filosofía y a esa forma extrema, militante de la filo sofía que era el cinismo; esto es: partir con la ropa del filósofo y, de ciudad en ciudad, interpelar a la gente, pronunciar discursos, hacer diatribas, dar una ense ñanza, sacudir la inercia filosófica del público, etcétera. Y en referencia a ese de seo de uno de sus alumnos, Epicteto hace el retrato famoso de la vida cínica, re trato en el cual ésta es valorada de manera muy positiva y, al mismo tiempo, se muestran todas las dificultades y todo el ascetismo necesario. Pero también encontramos otros pasajes que se relacionan de manera muy notoria con esa formación del flituro filósofo profesional. En esta medida, la es cuela de Epicteto se presenta como una especie de Escuela Normal para los filó sofos, en la cual les explican cómo deberán a c t u a r . H a y un pasaje muy intere sante en la plática 26 del libro II: es un capítulo muy pequeño dividido en dos partes, en el que tenemos la reformulación, levemente modificada, de la vieja te sis socrática a la cual Epicteto alude tan a menudo, a saber, que cuando se hace el mal, es porque se comete una falta, una falta de razonamiento, una falta inte lectual. Y Epicteto dice que, cuando se hace el mal, lo que ocurre, en realidad, es que hay una makhe\ una batalla, un combate en quien comete el mal.^® Y ese combate consiste en lo siguiente: por un lado, quien hace el mal es como todo el mundo, busca la utilidad. Pero no advierte que lo que hace, en realidad, lejos de ser útil, es nocivo. Por ejemplo, el ladrón es absolutamente igual a todo el mun do: busca su utilidad. Y no se da cuenta de que robar es perjudicial. Entonces, dice Epicteto —en una expresión que, creo, es interesante y debemos subrayarla—, cuando un individuo comete un error como ése, es porque cree verdadero algo que no lo es, y hay que hacerle comprender la pikra anagke, la necesidad amarga, necesidad amarga de renunciar a lo que cree verdadero.^' ¿Y cómo se puede re- “Uno de sus discípulos \gnorimon], que parecía inclinarse por la profesión de cínico, le pregun taba; ‘ ¿Qué clase de hombre debe ser el cínico, y cómo hay que concebir esa profesión?” ' (ibíd., 111,22, l . p . 70), C f., por ejemplo, ibíd,, I, 28, 4-9, así como II, 22, 36 : “será tolerante, condescendiente, ama ble, indulgente, como ante un ignorante que se descarría” (p. 101), “Toda falta implica una contradicción [makhen periekheí\" (ibíd., lí, 26 , 1, p. 117). “Un a dura necesidad [pikra anagke] obliga a renunciar a quien se percata de ese error, pero mientras aquélla no se manifiesta, él adhiere a éste como a la verdad” (ibíd., 26 , 3, p. 117).
Made with FlippingBook flipbook maker