La hermenéutica del sujeto curso en el Collège de France (1981-1982)

que se evocan en las Pláticas de Arriano, roles que es bastante interesante ob­ servar. Por ejemplo, en la plática 1 1 del libro I vemos pasar por el auditorio de Epicteto a un hombre que ejerce un cargo y que parece ser, por lo tanto, un notable de la ciudad o los alrededores. Por otra parte, tiene d ificultades fam i­ liares: su hija está enferma. En esta ocasión, Epicteto le explica cuál es el valor y la significación de las relaciones familiares. Al m ismo tiempo, le dice que no hay que apegarse a las cosas que no se pueden controlar o dominar, sino a la representación que uno se hace de las cosas, porque es ella la que podemos controlar y dom inar efectivamente, de ella nos podemos valer {khrestai)?^ Y la conversación termina con esta nota importante: para ser capaz de examinar de ese m odo las representaciones, es preciso convertirse en skholastikos (es decir, hay que ir a la escuela).^^ Lo cual demuestra con claridad que aun a este hom ­ bre ya asentado en la vida, que tiene cargos y una familia, pues bien, Epicteto le propone hacer un tiempo de cursos y formación filosófica en la escuela. Po­ demos mencionar también la plática 4 del libro II, en la que vemos a un philo- logos -en estas conversaciones son importantes todas las representaciones de quienes pertenecen al campo de la retórica- que es adúltero y aduce que por naturaleza las mujeres deben ser de propiedad común y, por consiguiente, lo que él hace no es en verdad un adulterio. En este caso, a diferencia del prece­ dente -q u e sentía por su hija enferma un apego sobre cuya naturaleza y efec­ tos se interrogaba: éste tenía derecho a convertirse en skholastikos-, al contra­ rio, el philologos es rechazado y no d ebe aparecer m ás po r la escue la . Tenemos asimismo personajes que acuden porque tienen negocios y van a so ­ meterlos a Epicteto. En algunos casos, Epicteto transformará esta demanda de consulta utilitaria desplazando la cuestión y diciendo: no, no tengo que res­ ponder eso, no soy como un zapatero que viene a arreglar los zapatos. Si quie­ ren consultarme, deben preguntarme sobre aquello en que soy competente, es decir: lo que concierne a la vida, lo que concierne a las elecciones de la exis­ tencia y lo que concierne a las representaciones. Eso es lo que encontramos en “ Entonces, cuando hayas comprendido bien esto, replicó Epicteto. no te empeñarás en nada más y tu única preocupación será aprender a conocer el criterio de lo que es conforme a la na­ turaleza, y luego a valerte de él [proskhromcnos] para juzgar cada caso en particular” (ibíd-, I, 11, 14-15, p. 46). “Adviertes, por tanto, que debes hacerte escolar [sbholastikon se dei genestbat\ y convertirte en ese animal del que codo el mundo ríe, si quieres, no obstante, emprender el examen de tus pro­ pias opiniones” (ibíd., 11, 39, p. 49). “¿Qué quieres que hagamos contigo? N o hay lugar alguno en que podamos instalarte” (ibíd., 11.4.7, p. 17).

Made with FlippingBook flipbook maker