La hermenéutica del sujeto curso en el Collège de France (1981-1982)
como ven, no es el de preceptor y tampoco, en modo alguno, el de confidente amistoso. Se trata más bien de lo que podríamos llamar un consejero de existen cia, consejero de existencia que emite su opinión sobre circunstancias determi nadas. Es él quien guía e inicia al que es a la vez su patrón, casi su empleador, y su amigo, pero un amigo superior. Lo inicia en una forma particular de existen cia, porque uno no es filósofo en general. No se puede ser más que estoico o epi cúreo o platónico o peripatético, etcétera. Ese consejero es también una especie de agente cultural para todo un círculo en el cual introduce conocimientos teó ricos y planes prácticos de existencia, al igual que decisiones políticas, en parti cular las grandes decisiones, al principio del Imperio, entre lo que puede ser el despotismo de tipo monárquico, la monarquía ilustrada y moderada, la reivindi cación republicana; problema, asimismo, de la herencia de la monarquía: todo esto va a ser uno de los grandes objetos de la discusión y las decisiones que to man esos filósofos en su papel de consejeros. De modo que vamos a encontrar los por doquier mezclados a la vida política y los grandes debates, los grandes conflictos, los asesinatos, las ejecuciones y las revueltas que marcarán los media dos del siglo 1, y los reencontraremos, además, aunque con un papel más borro so, a partir de principios del siglo III, cuando se reabra la crisis.“^“^ Por lo tanto, a medida que vemos el desarrollo de ese personaje del filósofo, a medida que com probamos que su importancia se hace más pronunciada, vemos también que pierde cada vez más su función singular, irreductible, exterior a la vida cotidiana, a la vida de todos los días, a la vida política. Lo vemos, al contrario, integrarse a los consejos, las opiniones. La práctica se enreda con los problemas esenciales que se plantean a los individuos, de modo que la profesión de filósofo se despro fesionaliza en la medida misma en que se vuelve más importante. Cuanto más La relación de los filósofos con los dueños del poder en Roma (entre la persecución y la lison ja) y sus construcciones ideológicas en materia de filosofía política (entre la justificación y la reserva) constituyen desde hace mucho tiempo el objeto de publicaciones muy numerosas, so bre todo concernientes al estoicismo, bajo cuya enseña se conformó una franca oposición re publicana y senatorial. C f., por ejemplo: 1. Hadot, “Tradición stoïcienne et idées politiques au temps des Gracques” , Revue des études latines, 48 , 1970, pp. 133-179; J . Gagé, “ I-a propagande sérapiste et la lutte des empereurs flaviens avec les philosophes (Stoïciens et Cyniques)” , Revue philosophique, 149, 1959-1. pp. 73-100 ; L. Jerphagnon, Vivre et philosopher sous les Césars, Toulouse, Privât, 1980; J.-M . André, La Philosophie à Rome, Paris, PUF, 1977; A. Michel, La Philosophie politique à Rome, d ’Auguste à Marc Aur'ele, Paris, Armand Colin, 1969; y sobre todo R. Macmullen, Enemics ofthe Rotmin Order, Cambridge, Mass., Harvard University Press, 1966. En cl manuscrito, tras haber especificado que las formas que describe nunca son puras, Fou caulc cita otros dos ejemplos de relaciones: Démonax y Apolonio de Tiana y Musonio Rufo y Rubelio Plauco.
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