La hermenéutica del sujeto curso en el Collège de France (1981-1982)

laborandum}^ Es decir: trabajé para que éi me amara, aunque no hubiese que tra­ bajar para ello. Es interesante advertir que ni siquiera menciona el hecho de que lo amara. Creo que eso se desprende del conjunto dei texto y del elogio muy in­ tenso que hace [de él]. Dice que trabajó para ser amado, y esto es bastante inte­ resante porque me parece que con ello tenemos una noción típicamente roma­ na, que podemos poner en correspondencia con cierta cantidad de cosas. En particular, en De beneficiis de Séneca se dice que, en una amistad, no sólo es pre­ ciso prestarse servicios sino que además hay todo un trabajo, toda una labor por medio de la cual uno se hace amar por aquel cuya amistad desea. Y ese trabajo se desenvuelve según una serie de fases y mediante la aplicación de cierto número de reglas que son sancionadas por la posición relativa de unos y otros en el círcu­ lo de amistades de aquel cuya amistad se desea.*' En otras palabras, la amistad no es exactamente una relación de uno a uno, no es la comunicación inmediata entre dos individuos, como era en la fórmula epicúrea. Tenemos en este caso una estructura social de ia amistad que gira en torno de un individuo, pero en la cual hay varios [otros] que lo rodean y tienen su lugar, un lugar que cambia se­ gún la elaboración, la labor encarada por uno y otro. Entonces, hay que conside­ rar que aquí esa labor es verosímilmente la aplicación a las lecciones, el celo con el que Plinio aceptaba la enseñanza, el modelo, los ejemplos, las recomendaciones de Eufrates. Probablemente también se trata, en una forma bastante cercana a la amistad romana, de cierta cantidad de servicios brindados por uno y otro. En síntesis, Plinio progresó en esa amistad que, como ven, ya no tiene en absoluto la forma de la “amistad amorosa” (digo esto para utilizar ios términos contemporá­ neos, que no coinciden para nada con la experiencia de la época). Nada que ver -bueno , en todo caso algo muy diferente—con lo que podía haber de amor, de eros entre Sócrates y sus discípulos, o lo que podía haber también de eros en la amistad epicúrea. En cuanto al personaje de Eufrates, el texto es igualmente inte­ resante. La descripción que Plinio da de él es a la vez familiar, y ustedes me dirían que incluso trivial, empalagosa por su sosería, no obstante lo cual, cuando se la mira [de cerca], los elementos son interesantes.’ ^ En ella se dice que Éufrates es un hombre de gran prestancia física -tiene barba, la famosa barba de los filósofos- y Plinio el Joven, Lettres, ob. cit., como I, carca iü . 2, p. 21. ' ' C f. Séneca, Sobre los beneficios, II, XV , 1-2, y X V l l l , 3-5 { c f también, para una misma cemácica, C icerón, Laelius de amicitia, XV I I , 63). Sobre ese delicado a-^pecto de la mentalidad romana, véase la introducción de P. Veyne {Séneca, Entretiens, Lettres à Lucilius, ob. cit., pp. 391 -403) al tratado Sobre los beneficios. En todo el desarrollo que sigue, Foucault resume la descripción dada por Plinio en los parágra­ fos 5 a 8 (Plinio el Joven, Lettres, ob. cit., p. 22).

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