La hermenéutica del sujeto curso en el Collège de France (1981-1982)

dos amaría más cada uno de ustedes [es decir, si Marco Aurelio ama más a Frontón que la madre de Marco Aurelio a Gracia, ia hija de Frontón, según creo; M. F.], sonó el disco y anunciaron que mi padre había ido a tomar su baño. De tal modo, cenamos luego de habernos bañado en el lagar. No quiero decir que nos bañamos en el lagar, sino que después de bañarnos cenamos en el lagar Y escuchamos con gusto las alegres palabras de los aldeanos. De regreso en casa, antes de echarme de costado para dormir, desarrollo mi tarea [meumpensum ex- pliquo\ y doy cuenta de mi jornada a mi dulcísimo maestro [diei raúonem meo suavissimo magistro reddo\. Ese maestro a quien querría, al precio de mi misma salud, de mi bienestar físico, desear, añorar más aun de lo que lo hago. Que es­ tes bien, querido Frontón, tú que eres meus amor mea voluptas (tú, mi amor, mi voluptuosidad). Te amo.^® Se terminó. Entonces, por una parte, acerca de este texto hay que recordar -co - mo ya les d i je - que Frontón no es el maestro de filosofía. N o es el filósofo pro­ fesional, es un retórico, un philologos, como lo recuerda en la carta m isma la pe­ queña observación filológica sobre el uso de la palabra “gargarizar” . Por lo tanto, esta carta no debe situarse dentro de una relación profesional y técnica sobre la dirección de conciencia. En realidad, lo que le sirve de sostén es la amistad, el afecto, la ternura, que, como ven, cumplen un papel ftindamental. Ese papel aparece aquí en toda su ambigüedad y sigue siendo difícil de desci­ frar, por otra parte, en las demás cartas, en las que se habla sin cesar del amor por Frontón, su amor recíproco, el hecho de que se extrañan uno al otro cuan­ do están separados, que se mandan besos en el cuello, e tc é te r a .R e c o rd em o s que Marco Aurelio, en esa época, debe tener entre 18 y 20 años y que Frontón es un poco mayor. Relación “afectiva” : una vez más, creo que estaría completa­ mente fuera de lugar -qu iero decir: sería muy inadecuado desde el punto de vista histórico—plantear la cuestión de cuál es la naturaleza sexual o no de esa relación. Es una relación de afecto, es una relación de amor que implica, por consiguiente, toda una multitud de cosas. Simplemente hay que señalar que En realidad, la última frase de la carta es la siguiente: “¿Qué relación hay entre tú y yo? Amo a un ausente [Quid mihi tecum est? Amo absentem]". Sin embargo, puede aclararse aquí que el beso entre hombres, incluso en la boca, es habitual en el Imperio; tiene, por otra parte, un valor jerárquico: un plebeyo sólo besa la mano de un gran señor, y únicamente éstos se besan en la boca o el pecho. Lo cual, en el caso de nuestro pasaje, significa sobre codo que se suprime toda relación jerárquica entre Marco Aurelio y su precep­ tor. C f. L. Friedländer, Sittengeschichte Roms, novena edición, Leipzig, 1919, tomo 1, pp. 93- 94 , y A. Alföldi, D ie monarchische Repräsentation im römischen Kaiserreiche, Darmstadt, Wis­ senschaftliche Buchgesellschafr, 1980, pp. 27 , 41-42 , 64 (debo estas indicaciones a P. Veyne).

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