La hermenéutica del sujeto curso en el Collège de France (1981-1982)
problema de las clasificaciones de las obras platónicas, el Alcibíades era efectiva mente considerado como el primero de los diálogos de Platón, en todo caso, el que había que ubicar a la cabeza de éstos; M. En otro comentario, Olimpiodoro dice con respecto al Alcibíades-. En lo tocante al rango [del Alcibíades-, M. F.], hay que decir que debemos po nerlo a la cabeza de codos los diálogos platónicos. Puesto que, como dice Platón en el Fedro, es absurdo ignorarse a sí mismo si se aspira a conocer todo el resto. En segundo lugar, la doctrina socrática debe abordarse socráticamente: ahora bien, se dice que Sócrates llegó a la filosofía por el precepto “conócete a ti mis mo” . Es preciso estimar, por otra parte, que ese diálogo se asemeja a un propi leo, y que así como el propileo precede al àdito del templo, del mismo modo debemos comparar el Alcibíades con un propileo, y con el àdito el Parménides? Com o ven, Olimpiodoro hace del Alcibíades el propileo, y del Parménides, el corazón m ismo de la filosofía platónica. Y podrán advertir que, también muy explícitamente, hace del “conócete a ti m ismo” , que se formula en el Alcibíades, no sólo el fundamento de todo saber filosófico sino el modelo m ismo de la prác tica de quien quiere filosofar. Es preciso, dice, “abordar socráticamente la doctri na socrática” , vale decir que uno mismo debe reproducir, para iniciarse en la fi loso fía de Sócrates y Platón, el proceder socrático. Y gracias a ese trabajo ejercido sobre sí mismo, en la forma del autoconocimiento, uno podrá encami narse en el saber filosófico. Esto nos lleva al tercer elemento del que quería ha blarles, y que va a servirnos directamente de introducción: el problema de la distinción entre lo político y lo catártico. El m ismo O limp iodoro, en efecto, siempre en el comentario acerca del Alcibíades, dice lo siguiente: Puesto que la meta de ese diálogo [el Alcibíades-, M. F.) es conocerse a sí mismo, no según el cuerpo ni según los objetos exteriores -de hecho, el título es Alcibta- des, o Sobre la naturaleza del hombre [lo cual prueba que en la época de Olimpio doro ya se había agregado ese título, evidentemente no platónico, al diálogo; M. F.]—, sino según el alma; alma que no es la vegetativa ni la irracional, sino la ra-
cransmite su enseñanza en Asia menor (habría fundado una escuela en Apamea, Siria). Abre de liberadamente el neoplatonismo a la dimensión teùrgica y elabora un orden espiritual de lectu ra de los diálogos de Platón que se transformará en autoridad. A.-J. Festugiére, “ L ’ordre de lectu re ...” , arr. cit. Ibíd.. pp. 540-541.
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