La hermenéutica del sujeto curso en el Collège de France (1981-1982)

(la “salvación” de quienes viven con uno ):’ * en este caso se trata, por supuesto, del padre de familia, de quien tiene una responsabilidad y, por consiguiente, debe seguir sustentando a su familia, asegurando su estatus, su buena situación, su bienestar, etcétera, y no recurrir al pretexto de un duelo para descuidar todas esas tareas. D ión de Prusa (discurso 64) dice que el rey es quien ho ta p an ta so- z o n P Si traducimos literalmente sozein por salvar, querría decir: aquel que sal­ va todo. En realidad, el rey es quien difunde sus beneficios en todas las cosas, y acerca de todas las cosas. Es el principio del bienestar, en el Estado o ei Impe­ rio. Por último, tenemos la expresión latina, que es una expresión político jurí­ dica muy significativa: salus augusta. La salvación augusta no quiere decir que Augusto salvó el Imperio, [sino] que es el principio del bien público, del bien­ estar del Imperio en general. Es, por lo tanto, el principio del bien. Ése es todo el paquete de significaciones que podemos encontrar en torno del verbo sozein o el sustantivo soteria. A partir de ahí, es preciso comprender con claridad que “salvarse a sí m is­ mo” no puede reducirse en absoluto, en cuanto a su significación, a algo así co­ mo la dramaticidad de un acontecimiento que permite conmutar la existencia de la muerte a la vida, de la mortalidad a la inmortalidad, del mal al bien, etcé­ tera. No se trata simplemente de salvarse de un peligro. Soteria y sozein tienen sentidos mucho más amplios. Salvarse no tiene simplemente el valor negativo de escapar al peligro, escapar a la prisión del cuerpo, escapar a la impureza del mundo, etcétera. Salvarse tiene significaciones positivas. Así como una ciudad se salva si construye a su alrededor las defensas, las fortalezas, las fortificaciones, etcétera, que necesita -recuerden, ia idea del cuerpo como peribolon tes psykhes hiña soze ta i-}^ de la misma manera se dirá que un alma se salva cuando está convenientemente armada, cuando está pertrechada de tal forma que puede, en efecto, defenderse llegado el caso. Quien se salva es aquel que se encuentra en un estado de alerta, en un estado de resistencia, en un estado de dominio y soberanía de sí que le permite recliazar todos los ataques y todos los asaltos. Del mismo modo, “salvarse” querrá decir escapar a una dominación o una esclavitud; escapar “ Rechacemos los signos exteriores del duelo y consideremos el cuidado de nuestro cuerpo [tes tou somatas epimeleiits] y la salvaguardia de ias personas que viven con nosotros [tes ton sym- biounton hemin satenas]” (Plutarco, Consolation à Apallonios, 118b, en Œuvres morales, tomo II, traducción de J . Defradas y R, Klaerr, ob. cit., § 32 , p. 80). En el discurso 64 figura efectivamente el verbo sozein, pero su sujeto no es el rey sino la fortu­ na. de la que Dión de Prusa nos dice que, cual una buena nave, salva a rodos sus pasajeros: 'p am a s sozei tous empleontas" (Dión de Prusa, Discourses, tomo V, ob. cit., p. 48). C f nota 13: cita del Crtíf/Vo de Platón.

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