La hermenéutica del sujeto curso en el Collège de France (1981-1982)

espirirualidad para el acceso a la verdad. En segundo lugar: transformación mis­ ma de esta noción de acceso a la verdad que roma la forma del conocimiento, con sus reglas y criterios propios. Y tercero y último: la noción misma de la verdad. Puesto que también en este caso -tomemos las cosas en términos muy generales- tener acceso a la verdad es tener acceso al ser mismo, un acceso que es tal que el ser al cual se accede será al mismo tiempo, y de rebote, el agente de transforma­ ción de quien tiene acceso a él. Y ése es el círculo platónico o, en todo caso, el círculo neoplatónico: al conocerme, accedo a un ser que es la verdad, y cuya ver­ dad transforma el ser que soy y me asimila a Dios. Allí está la homoiosis to theo? Podrán ver qué quiero decir. Mientras que es muy evidente que el conocimiento de tipo cartesiano no podrá definirse como el acceso a la verdad: será el conoci­ miento de un dominio de objetos. En este caso, entonces, para decirlo de algún modo, la noción de conocimiento del objeto sustituye la noción de acceso a la verdad. Trato de situar allí la enorme transformación que, creo, es de todas mane­ ras esencial para comprender qué es la filosofía, qué es la verdad y qué son las re­ laciones del sujeto con la verdad, enorme transformación que intento estudiar, es­ te año, según el eje de “filosoíía y espiritualidad” , dejando de lado el problema del “conocimiento del objeto” . ¿Quieren que siga ahora con la clase? Bien. Tenemos entonces, creo, la forma en que la noción de salvación se organiza en el pensamiento helenístico y romano. Así definida, la salvación, como ob je­ tivo de una relación consigo que encuentra en ella su cumplimiento - id e a de una salvación que no es otra cosa que el cumplimiento mismo de la relación con sigo- , ¿se vuelve en ese momento completamente excluyente del problema de la relación con el Otro? ¿“Salvación de sí” y “salvación de los otros” están de­ finitivamente desconectadas o, para emplear una vez más el vocabulario neo- platónico, lo político y lo catártico están definitivamente disociados? Es muy obvio que no, al menos en el periodo y las formas de pensamiento que estudio aquí, en los siglos I y II. Sin duda, será diferente más adelante. De todos mo­ dos, mucho más que de una desconexión entre lo catártico y lo político, me pa­ rece que se trata de una inversión de la relación. Com o recordarán, para Platón, la salvación de la ciudad envolvía, en concepto de consecuencia, la salvación del individuo. O bien, para decir las cosas con un poco más de precisión -a u n ­ que siempre de una manera muy global y esquemática-, en Platón uno se preo­ cupaba por sí mismo porque tenía que ocuparse de los otros. Y cuando salvaba a los otros, al mismo tiempo se salvaba a sí mismo. Pues bien, me parece que

^ Expresión que figura en el Teeteto ele Platón, en 176a-b, y que significa “asimilación a to divi­ no": cf. la clase del 17 de marzo, primera hora, infra. p. 398 , nota 7.

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