La hermenéutica del sujeto curso en el Collège de France (1981-1982)

tener que tejer sus propias vestimentas, etcétera: viejos lugares comunes acerca de las ventajas de los animales sobre los hombres. Por su parte, éstos no han sido dotados, en cambio, de todas esas ventajas que los eximirían de ocuparse de sí mismos. Zeus los confió a sí mismos: hizo de tal modo que, a diferencia de los animales - y éste es uno de los puntos fundamentales de la diferencia entre ani­ mal racional y animal no racional-, los hombres quedaran confiados a sí mis­ mos y tuvieran que ocuparse de sí. Vale decir que el hombre, para realizar su na­ turaleza de ser racional, para realizar esa diferencia que lo opone a los animales, debe en sustancia tomarse como objeto de su inquietud. Al tomarse como obje­ to de su inquietud, debe interrogarse sobre lo que es él mismo, qué es él y qué son las cosas que no son él. Tiene que interrogarse sobre lo que depende de él y sobre lo que no depende de él. Por último, debe interrogarse sobre lo que con­ viene hacer o no hacer, según las categorías de los kathekonta o de los proegmena, etcétera.’ ^ Y por consiguiente, quien se haya ocupado de sí m ismo como corres­ ponde - o sea, quien en sustancia haya analizado bien cuáles son las cosas que dependen y cuáles las que no dependen de él—, cuando haya cuidado de sí mis­ mo de tal manera que, en el momento en que tenga que representarse algo, sepa qué hay que hacer y qué no hay que hacer, pues bien, ése, al m ismo tiempo, sa­ brá cumplir los deberes que le corresponden en la medida en que forma parte de la comunidad humana. Sabrá cumplir sus deberes de padre, de hijo, de esposo, de ciudadano, etcétera, y esto porque, justamente, se habrá ocupado de sí m is­ mo. Epicteto reitera muchas veces esta tesis. Consideren por ejemplo la plática I4 del libro II: quienes supieron ocuparse de sí mismos “pasan una vida exenta de penas, temores, tribulaciones, y observan el orden de las relaciones naturales y adquiridas: relaciones de hijo, padre, hermano, ciudadano, esposo, vecino, compañero de ruta, súbdito, jefe” .*^ Y los remito a una conversación muy inte­ resante que está en el libro I. Es la undécima, en la que se alude justamente a un ejemplo concerniente a ese problema, inquietud de sí/inquietud por los otros. Los kathekonta {traducidos por Cicerón como officia: deberes, funciones, cargos) designan en ei estoicismo las actividades conformes a la naturaleza de un ser, y que lo realizan; los proegmena remiten a las acciones que. aunque carecen de valor absoluto desde el punco de vista moral, son susceptibles de ser preferidas a sus contrarias (sobre estas nociones, cf. Cicerón, Des f in s des biens et des maux, libros III, VI y XVl, en l ^ s Stoïciens, traducción de É. Brchier, Paris, Galli­ mard, 1962, col. “Bibliothèque de la Pléiade” , pp. 268-269 y 281-282 [traducción castellana: D e l supremo bien y del supremo mal, Madrid, Gredos, 1987]). Epicteto, Entretiens, II, 14, ob. cit., p. 55. Ibíd., 1, 11, pp. 44-49 . En la clase del 27 de enero, primera hora, se encontrará un primer aná­ lisis de Foucault de este mismo pasaje.

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