La hermenéutica del sujeto curso en el Collège de France (1981-1982)
pitagórica, dos formas y dos momentos: el examen de la noche, en que se revisan los hechos de la jornada para ponderarlos con la vara de lo que habría debido hacerse, y el examen de la mañana, en que, al contrario, uno se prepara para las tareas que debe hacer. Examina su uso del tiempo futuro y se equipa, reactiva los principios que necesitará poner en práctica para ejercer su deber. Tenemos entonces un examen matinal en Marco Aurelio, y este examen matinal es intere sante porque él dice: cada mañana, al despertarme, recuerdo qué tengo que ha cer. Y, dice, recuerdo que todo el mundo tiene algo que hacer. El bailarín, a la mañana, debe recordar los ejercicios que debe hacer para llegar a ser un buen bailarín. El zapatero o el artesano (ya no sé qué ejemplos menciona)^^ también debe recordar las diferentes cosas que tiene que hacer durante la jornada. Pues bien, es preciso que también yo lo haga, que lo haga tanto mejor cuanto que las cosas que tengo que hacer son más importantes que la danza o un oficio artesa nal. Más importancia, sí, pero nada de diferencia de naturaleza, nada de especi ficidad. H ay simplemente una carga, una carga pesada que es del m ismo tipo que cualquier profesión, cualquier oficio, pero con un complemento que, en cierto modo, es cuantitativo. Y aquí vemos aparecer muy claramente, sin duda por primera vez, la cuestión que a continuación, en las monarquías europeas y sobre todo en el examen de las monarquías en el siglo XVI, tendrá una impor tancia muy grande: la de la soberanía como oficio, es decir, como una tarea cuya estructura moral, cuyos principios fijndamentales, son los de cualquier actividad profesional. La idea de que ser emperador - o ser el jefe, o el que m and a- no só lo impone deberes, desde luego -e so ya se sab ía-, sino que esos deberes deben tratarse, cumplirse y ejecutarse a partir de una actitud moral que es la de cual quier hombre con respecto a sus propias tareas, es una ¡dea que encontramos muy claramente formulada por (Marco Aurelio]. El Imperio, el principado, se convierten en oficio y profes¡ón. ¿Y por qué se convierten en oficio y profesión? Simplemente porque el objetivo primero de Marco Aurelio, aquello que para él es el fin mismo de su existencia, el blanco hacia el cual siempre debe tenderse, no es ser emf>erador, es ser él mismo. Y en la medida en que se inquiete por sí mismo, en la medida en que no deje de preocuparse por sí m ismo, encontrará, en esa preocupación, toda la serie de ocupaciones que le son propias como emperador. Y así como el filósofo que tiene inquietud de sí m ismo debe pensar en sus obligaciones de filósofo -en la enseñanza que debe impartir, en la direc ción de conciencia que debe ejercer, etcétera- o el zapatero que tiene inquietud
C f. la ciase del 24 de marzo, segunda hora. El del cincelador.
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