La hermenéutica del sujeto curso en el Collège de France (1981-1982)

filosofía del siglo X IX -en fin, casi toda: Hegel, en todo caso, Schelling, Scho­ penhauer, Nietzsche, el Husserl de la Krisis,^ y también Heidegger-"^ y verán que también en este caso, precisamente, ya sea descalificado, desvalorizado, considerado críticamente o, al contrario, exaltado como sucede en Hegel, de todas maneras el conocimiento -e l acto de conocim iento- sigue ligado a las exigencias de la espiritualidad. En todas estas filosofías, cierta estructura de es­ piritualidad intenta vincular el conocimiento, el acto de conocimiento, las con­ diciones de este acto de conocimiento y sus efectos, a una transformación en el ser m ismo del sujeto. Después de todo, la Fenomenología del e sp ir ité no tiene otro sentido. Y puede pensarse, me parece, toda la historia de la filosofía del si­ glo X IX como una especie de presión por medio de la cual se trató de repensar las estructuras de la espiritualidad dentro de una filosofía que, desde el cartesia­ nismo o, en todo caso, la filosofía del siglo XVII, procuraba liberarse de esas mismas estructuras. D e allí la hostilidad, profunda por otra parte, de todos los filósofos [de] tipo “clásico” -Descartes, Leibniz, etcétera, todos los que se pro­ claman miembros de esa trad ición- con respecto a esta filosofía del siglo XDC que es, sin duda, en sustancia, una filosofía que plantea, implícitamente al me­ nos, la muy vieja cuestión de la espiritualidad y recupera sin decirlo la inquie­ tud de la inquietud de sí. Pero yo diría que aun en el campo del saber propiamente dicho, esta pre­ sión, este resurgimiento, esta reaparición de las estructuras de espiritualidad es, con todo, muy notoria. Si es cierto, como dicen todos los científicos, que se puede reconocer una falsa ciencia en el hecho de que, para ser accesible, exige una conversión del sujeto y promete, al final de su desarrollo, una iluminación del sujeto; si se puede reconocer una falsa ciencia por su estructura de espiritua­ lidad (esto ni hay que decirlo, los científicos bien lo saben), no hay que olvidar que, en ciertas formas de saber que no son justamente ciencias, y que no hay E. Husserl, D ie Krisis der europäischen Wissenschaften iitid die transzendentale Phänomenolo^e, Belgrado, Philosophia, 1936 {La Crise des sciences européennes et la phénoménologie transcendan- tale, traducción de G . Granel, Paris, Gallimard, 1976) [traducción castellana: L a crisis de las ciencias europeas y la fenomenología trascendental: una introducción a la filosofìa fenomenoló^ca, Barcelona, Critica, 1990]. Esta tradición es la que Foucault, en el mismo momento, reconoce como la de la filosofía “moderna", de la que se postula como heredero (cf. M . Foucauk, Dits et Écrits, ob. cit., IV, núm. 351 , pp . 687-688 , y núm. 364 , pp. 813-814). G . W . F. Hegel, Phänomenologie des Geistes, Wurzburgo, Anton Goebhardt, 1807 {Phénomé­ nologie de l'Esprit, traducción de J . Hyppolite, Paris, Aubier-Montagne, 1941) [traducción castellana; Fenomenología del espíritu, Mexico, Fondo de Cultura Económica, 1966].

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