La hermenéutica del sujeto curso en el Collège de France (1981-1982)
C LA S E D E L 6 D E E N E R O D E 1982 - S E G U N D A H O RA
43
que tratar de asimilar a la estructura misma de la ciencia, encontramos, de una manera muy vigorosa y nítida, algunos de los elementos, al menos, algunas de las exigencias de la espiritualidad. Y, desde luego, no hace falla dibujárselas. Habrán reconocido enseguida una forma de saber como el marxismo o el psi coanálisis. Es un completo error, como resulta evidente por sí mismo, asimilar los a la religión. N o tiene ningún sentido y no aporta nada. En cambio, si to mamos uno y otro, sabemos bien, por razones completamente diferentes pero con efectos relativamente homólogos, que, tanto en el marxismo como en el psicoanálisis, el problema de lo que pasa con el ser del sujeto (lo que debe ser el ser del sujeto para tener acceso a la verdad) y la cuestión, a cambio, de lo que puede transformarse en el sujeto por el hecho de tener acceso a la verdad, pues bien, estas dos cuestiones, que son cuestiones absolutamente características de la espiritualidad, podemos encontrarlas en el corazón mismo o, en todo caso, en el principio y la culminación de uno y otro de esos saberes. No digo para nada que sean formas de espiritualidad. Me refiero a que volvemos a hallar, en esas formas de saber, las cuestiones, las interrogaciones, las exigencias que, me parece - s i echamos una mirada histórica sobre algunos milenios, al menos uno o dos—, son las muy viejas, his muy fundamentales cuestiones de la epimeleia heautou, y por lo tanto de la espiritualidad como condición de acceso a la ver dad. Lo que sucedió es, desde luego, que ninguna de estas dos formas de saber consideró muy explícitamente, de manera clara y valerosa, este punto de vista. Se intentó enmascarar esas condiciones de espiritualidad propias de estas for mas de saber dentro de una serie de formas sociales. La idea de una posición de clase, de efecto de partido, la pertenencia a un grupo, la pertenencia a una es cuela, la iniciación, la formación del analista, etcétera, nos remiten sin duda a las cuestiones de la condición de la formación del sujeto para tener acceso a la verdad, pero se las piensa en términos sociales, en términos de organización. No se las piensa en el filo histórico de la existencia de la espiritualidad y sus exigencias. Y al mismo tiempo, por otra parte, el precio pagado por trasponer, reducir esas cuestiones “verdad y sujeto” a problemas de pertenencia (a un gru po, una escuela, un partido, una clase, etcétera) fue, desde luego, el olvido de la cuestión de las relaciones entre verdad y sujeto. Y me parece que todo el inte rés y la fuerza de los análisis de Lacan radican precisamente en esto: que él fue, creo, el único desde Freud que quiso volver a centrar la cuestión del psicoanálisis
En lo concerniente a esta relación verdad-sujeto, el manuscrito aclara que el hecho de no ha ber sido “ nunca pensada teóricamente" provocó “un positivismo, un psicologismo en el psi coanálisis” .
Made with FlippingBook flipbook maker