La hermenéutica del sujeto curso en el Collège de France (1981-1982)

que aquí, cuando el espartano dice: tenemos que ocuparnos de nosotros mis­ mos y por consiguiente no debemos cultivar nuestras tierras, es muy evidente que no se trata en modo alguno [de filosofía]. En esa gente, para quienes la fi­ losofía, el intelectualismo, etcétera, no eran valores muy positivos, se trataba de la afirmación de una forma de existencia ligada a un privilegio, y un privilegio político; si tenemos ilotas, si nosotros mismos no cultivamos nuestras tierras, si delegamos todas esas tareas materiales en otros, es para poder ocuparnos de nos­ otros mismos. El privilegio social, el privilegio político, el privilegio económico de ese grupo solidario de los aristócratas espartanos se manifestaba en esta forma: tenemos que ocuparnos de nosotros mismos, y para poder hacerlo delegamos nuestros trabajos en otros. Así pues, como ven, “ocuparse de sí m ismo” es un principio sin duda bastante corriente, en modo alguno filosófico, ligado, sin embargo - y ésta es una cuestión que no vamos a dejar de encontrar a lo largo de toda la historia de la epimeleia heautou—, a un privilegio, en este caso un pri­ vilegio político, económico y social. Entonces, cuando Sócrates retoma la cuestión de la epimeleia heautou, cuan­ do la formula, lo hace a partir de una tradición. Y como verán, por otra parte, la referencia a Esparta está presente desde la primera gran teoría de la inquietud de sí en el Alcibíades. Pasemos ahora, entonces, a ese texto. Hoy o la vez que viene volveré a sus problemas, no de autenticidad, que están más o menos re­ sueltos, sino de datación, que son muy complicados.^ Pero sin duda es mejor estudiar el texto m ismo para ver surgir las cuestiones una tras otra. Paso muy rápidamente el comienzo de este diálogo del Alcibíades. Señalaré simplemente que en el inicio vemos a Sócrates encarar a Alcibíades para hacerle notar que, a diferencia de sus otros enamorados, hasta este momento él nunca lo abordó y que apenas hoy se decidió a hacerlo. Y se decide porque se da cuenta de que Al­ cibíades tiene algo en la cabeza.*® Tiene algo en la cabeza, y si se le planteara la vieja cuestión, clásica en la educación griega, referencia a Homero, etcétera:*' Apophúgmn laconiem, 2 Í7 a , en Œuvres morales, tomo III, traducción de F. Fuhrmann, París. Les Belles Lettres, 1988, pp. 171-172 [traducción castellana; Obras morales y de costumbres, Madrid, Credos , 1992-1996, ocho volúmenes]); cf. la reiteración de este ejemplo en Le Souci de soi, ob. cit., p. 58. ^ Serán examinados en la segunda hora de la clase del 13 de enero. T o do este desarrollo está en el comienzo del texto, de 103a a 105e (Platón, Alcibiade, en Œuv­ res complètes, tomo I. traducción de M . Croiser, París, Les Belles Lettres, 1920 [en lo sucesivo se hará referencia a esta edición], pp. 60-63 [traducción castellana: Alcibíades, en Diálogos, ob. cit., tomo vn]). " Foucault piensa aquí en el doble destino de Aquiles: “M i madre, Tetis, la diosa de ios pies de

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