La hermenéutica del sujeto curso en el Collège de France (1981-1982)
a ser prolongada y compleja, hasta la instauración del gran poder pastoral en la Iglesia cristiana en los siglos III y IV.^ El tercer elemento del contexto en el cual apareció la cuestión, el imperativo, la prescripción “ocúpate de ti mismo” , es, por supuesto -tamb ién en este caso: elemento familiar a los diálogos socráticos-, la ignorancia. La ignorancia que es a la vez ignorancia de las cosas que habría que saber e ignorancia de sí mismo, en cuanto uno ni siquiera sabe que ignora esas cosas. Alcibíades, como recorda rán, creía que le resultaría muy fácil responder a la pregunta de Sócrates y definir qué era el buen gobierno de la ciudad. Había creído incluso poder definirlo como lo que aseguraba la concordia entre los ciudadanos. Y he aquí que ni siquiera sabe qué es la concordia, lo cual muestra a la vez que no sabe y que ignora incluso que no sabe. Bueno, como ven, todo esto -estas tres cuestiones: ejercicio del poder político, pedagogía, ignorancia que se ignora a sí m ism a- forma un paisaje bien conocido de los diálogos socráticos. Sólo me gustaría señalar, con todo -pues en eso precisamente consiste nues tra tarea, en la emergencia, en la aparición de este imperativo “preocuparse por sí m ismo”- , los aspectos un tanto singulares en el propio movimiento del texto, de ese texto que en 127e del Alcibíades presenta el imperativo “preocuparse por sí m ismo” . El movimiento del texto es muy simple. Ya está dibu jado en el con texto general del que les hablaba hace un momento: Sócrates acaba de mostrar a Alcibíades que éste no sabe qué es la concordia, que no sabía siquiera que ig noraba en qué consistía gobernar bien. Sócrates, entonces, acaba de mostrarle eso, lo cual suscita la desesperación inmediata de Alcibíades. Y Sócrates lo con suela diciéndole: pero no te vuelvas loco, no es para tanto, después de todo no tienes cincuenta años; no tienes cincuenta años, eres joven; tienes tiempo, en consecuencia. Pero, ¿tienes tiempo para qué? En este punto podríamos decir que la respuesta que podría surgir, la que sería de esperar - la respuesta que daría Protágoras, sin duda-,^ es ésta: pues bien, ignorabas pero eres joven, no tienes Foucauk describe por primera vez la introducción de un “ poder pastoral” por parte de la Iglesia cristiana (como recuperación y transformación de un tema pastora! hebreo) en el curso de 1978 en el Collège de France (clase del 22 de febrero). Encontramos un enfoque sintético del tema en una conferencia de 1979 {“ ümnes ct singuLttim’. vers une critique de la raison politi que” , en Dits et Écrits, ob. cit., IV, núm. 291 . pp. 145-147), y Foucault estudiará una vez más, de manera más precisa y profunda, la estructura de la relación director-dirigido en las cla.ses de 1980, menos, sin embargo, en los términos del "poder pastoral” que de la relación que liga al sujeto a unos “actos de verdad” (c f el resumen de ese curso en ibíd., núm. 289 , pp- 125-129). Nacido en Abdera en los primeros años del siglo V a.C., Protágoras es, a mediados de ese siglo, un .sofista muy conocido en Atenas, donde sin duda entabló con Pericles sólidas relaciones de
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