La hermenéutica del sujeto curso en el Collège de France (1981-1982)

de una práctica pitagórica importante, cuya difusión ustedes conocen. Tomaré también otro ejemplo, entre los muclios ejemplos de tecnologías de sí, técnicas de sí que podemos encontrar en los pitagóricos: las técnicas de prueba. Vale decir: organizamos, disponemos algo a nuestro alrededor, una situación con valor de tentación; y nos sometemos a prueba para saber si somos capaces de resistir. Tam­ bién estas prácticas eran muy arcaicas. Perduraron mucho tiempo y están atesti­ guadas hasta épocas muy tardías. Tomo simplemente como ejemplo un texto de Plutarco (fines del siglo I-principios del siglo II). En el diálogo sobre E l demón de Sócrates, Plutarco cuenta o, mejor, hace contar a uno de sus interlocutores, que es notoriamente un portavoz de los pitagóricos, el pequeño ejercicio siguiente: a la mañana sc empieza por hacer toda una serie de ejercicios físicos prolongados, exi­ gentes, cansadores, que abren el apetito. Y una vez terminados, se sirven en mesas suntuosas unas comidas extraordinariamente ricas, con los alimentos más tenta­ dores. Uno se pone frente a ellos, los observa y medita. Luego convoca a los escla­ vos, a quienes cede estos alimentos, para contentarse, por su parte, con una com i­ da notablemente frugal, la de los esclavos mismos.'^ En fin, sin duda habrá que volver a todo esto para ver sus desarrollos.*^ En fin, les señalaba esto para hacerles ver que aun antes del surgimiento, en el pensamiento filosófico de Platón, de la noción de epimeleia heautou, constata­ mos de una manera general, y de manera más particular en los pitagóricos, la presencia de toda una serie de técnicas que competen a algo así como la inquie­ tud de sí. No hay que olvidar, siempre en el mismo contexto general de las téc­ nicas de sí, que incluso en Platón, y aunque sea cierto -com o trataré de mostrar­ l e s - que en él, para él, toda la inqu ie tud de sí se reduc ía a la form a del conocimiento y el autoconocimiento, encontramos muchas huellas de esas téc­ nicas. Por ejemplo, está atestiguada muy claramente la técnica de la concentra­ ción del alma, del alma que se recoge, se retira. En el Fedón, por ejemplo, se dice que hay que acostumbrar el alma, a partir de todos los puntos del cuerpo, a recogerse en sí misma, a retraerse, a residir en sí misma tanto como sea posible.*^ ' * Plutarco, Le Démon

Made with FlippingBook flipbook maker