La hermenéutica del sujeto curso en el Collège de France (1981-1982)

determinada del alma con el resto del mundo o el cuerpo sino, sobre todo, la posición de algún modo singular, trascendente, del sujeto con respecto a lo que lo rodea, a los objetos que tiene a su disposición, pero también a los otros con los cuales está en relación, a su propio cuerpo y, por último, a sí mismo. Pode­ mos decir que cuando Platón se vale de esa noción de khresis para tratar de ver qué es el sí mismo del que hay que ocuparse, lo que descubre no es en absoluto el alma sustancia: es el alma sujeto. Y esta noción de khresis va a ser precisamente una noción que reencontraremos a lo largo de toda la historia de la inquietud de sí y sus formas." Esta idea de khresis será importante, en particular entre los estoi­ cos. Y creo que incluso va a estar en el centro de toda la teoría y la práctica de la inquietud de sí en Epicteto;-'-' ocuparse de sí mismo será ocuparse de sí en cuanto uno es “sujeto de” cierta cantidad de cosas: sujeto de acción instrumental, sujeto de relaciones con el otro, sujeto de comportamientos y actitudes en general, su­ jeto también de la relación consigo mismo. En la medida en que uno es ese suje­ to. ese sujeto que sc vale, que tiene esta actitud, este tipo de relaciones, etcétera, debe velar por sí mismo. Ocuparse de sí mismo en tanto sujeto de la khresis (con toda la polisemia de la palabra: sujeto de acciones, de comportamientos, de rela­ ciones, de actitudes): de eso se trata. El alma como sujeto, y de ningún modo como sustancia: en esto culmina, me parece, el desarrollo del Alcibíades sobre “¿qué es sí mismo, qué sentido hay que dar al sí mismo cuando se dice: hay que ocuparse de sí?” . Llegados a ese punto, y a título de corolario o con.secuencia, podemos señalar en el texto tres pequeñas reflexiones que, en la economía misma del desarrollo, pueden pasar por accesorias y relativamente marginales pero que son, creo, muy importantes desde el punto de vista histórico. En efecto, a partir del momento en que debe referirse al alma en cuanto sujeto, la inquietud de sí va a poder dis­ tinguirse con mucha claridad de otros tres tipos de actividades, que también pueden pasar (al menos a primera vista, aparentemente) por inquietudes de sí: en primer lugar, el médico; en segundo lugar, el dueño de casa; en tercer lugar, el enamorado.^^ El médico, el primero. Cuando el médico, que conoce el arte de la medicina, sabe hacer diagnósticos, recetar medicamentos, curar enfermedades. El manuscrito especifica aquí que “se reencuentra en Aristóteles". La noción tic uso de las representaciones {khresis ionphiiniasion], en efecto, es central en Epic­ teto, para quien esta facultad, que atei^tigua nuestra filiación divina, es el bien supremo, el fin último que hay que buscar y el fundamento esencial de nuestra libertad (los textos esenciale-s son 1 .3 ,4 ; 1. 1 2 ,3 4 ; 1 ,20 . 5 y 15; 11. 8 .4 ; 111.3. 1; 111,22. 20;1!1, 2 4 .6 9 ) . Estas actividades se examinan en el AlcihiaJe. 131a-132b. en ob. cit., pp. 105-107.

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