La hermenéutica del sujeto curso en el Collège de France (1981-1982)
Joly insiste en ia preexistencia de varias de esas técnicas en la cultura griega ar caica (técnicas de respiración, técnicas del cuerpo, etcétera). Pueden consultar lo.-^ En todo caso, es un texto que me dio ¡deas, por io que no fue justo que no lo citara hace un rato. Bien, tercera observación, también ella de método. La división en dos horas: la fórmula no me disgusta. N o sé qué opinan ustedes, pero de todos modos esto permite ir más lentamente. Desde luego, me gustaría mucho utilizar, eventualmente, al menos una parte de la segunda hora para d is cutir con ustedes, contestar preguntas o cosas así. Y al m ismo tiempo, debo confesarles que soy un poco escéptico, porque discutir ante un auditorio tan numeroso es difícil. N o sé. Si realmente tienen la impresión de que es posible y creen que podemos hacerlo con un poco de seriedad, yo estoy de acuerdo. Es toy de acuerdo en que en una parte de la hora tratemos de responder pregun tas, si tienen algunas. En fin, me lo dirán dentro de un rato. Podríamos hacerlo a la manera griega: efectuar un sorteo, tirar cada vez a suerte veinte o treinta oyentes con los cuales haríamos un pequeño sem inario ... Bueno, ahora querría terminar con la lectura de este Alcibíades. Les reitero que para m í se trata de una especie de introducción al tema del que me gustaría hablarles este año. Puesto que mi proyecto no es retomar, en todas sus dimensiones, esta cuestión de la mquietud de sí en Platón, cuestión muy importante dado que no sólo se la menciona en el AlcibíadcSy aun cuando sólo en éste aparezca la teoría acaba da. Tampoco tengo la intención de reconstituir la historia continua de la in quietud de sí, desde sus formulaciones socrático platónicas hasta el cristianis mo. Esta lectura del Alcibíades es en cierto modo la introducción, un punto de referencia en la filosofía clásica, tras lo cual pasaré a la filosofía helenística y ro mana (periodo imperial). Por lo tanto, simplemente un señalamiento. Querría terminar ahora la lectura de este texto y después puntualizar algunos de sus problemas, de sus rasgos específicos; y al contrario, algunos de los rasgos que vamos a encontrar a continuación y que permiten plantear en su dimensión histórica esta cuestión de la inquietud de sí. En consecuencia, la primera cues tión que trataba la segunda parte del Alcibíades era: ¿qué es ese sí m ismo del que hay que ocuparse? La segunda parte, el segundo desarrollo, la segunda cuestión de esta segunda parte -e l conjunto tiene una arquitectura a la vez simple, clara y perfectamente legible—es: ¿en qué debe consistir esa inquietud? ¿Qué es preocuparse? La res puesta aparece enseguida, de inmediato. N i siquiera hay que tomar el rumbo un
^ C f. H. Joly, Le Renversementplatonicien..., ob. cit., capítulo II I , “L ’archaïsme du connaître et le puritanisme” , pp. 64-70: “ La pureté de la connaissance” .
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