La hermenéutica del sujeto curso en el Collège de France (1981-1982)

pacidad , tiempo, cultura, etcétera. Se trata de un comportam iento de elite. Y aun cuando los estoicos, los cínicos, digan a la gente, a todo el mundo, “ocú­ pate de ti mismo” , en realidad esto sólo podrá convertirse en una práctica en y para la gente con la capacidad cultural, económica y social para ello. En segun­ do lugar, también habrá que recordar con claridad que, en esta misma generali­ zación, va a haber un segundo principio de limitación. Es que ocuparse de sí m ismo tendrá como efecto - y tiene como sentido y m e ta- hacer del individuo que se ocupa de sí mismo alguien distinto con respecto a la masa, a esa mayo­ ría, esos hoi polloi}^ que son precisamente las personas absorbidas por la vida de todos los días. Comprobaremos entonces que hay un clivaje ético implicado a título de consecuencia por la aplicación de ese principio: “ocúpate de ti mis­ mo” , [el cual, a su vez -segundo clivaje-] sólo puede ser efectuado, en realidad, por una elite moral y por quienes son capaces de salvarse. Ese cruce de dos cli- vajes -e l clivaje de hecho de la elite cultivada y el clivaje impuesto, obtetiido a título de consecuencia por la práctica de la inquietud de s í- , por lo tanto, va a establecer limitaciones considerables a esa generalización, generalización que, sin embargo, más adelante los filósofos reivindican, formulan y proclaman. En segundo lugar, podrán ver que en Sócrates y Platón la inquietud de sí es­ tá ligada directamente a la cuestión de la pedagogía. Pedagogía insuficiente, en­ tonces: necesidad de preocuparse por sí mismo. Ahora bien, a continuación va­ mos a asistir a un segundo desplazamiento, que ya no recae simplemente en la generalidad sino en la edad. Hay que ocuparse de sí mismo no cuando uno es joven, y debido a que la pedagogía ateniense demostró ser insuficiente, sino en todas las circunstancias, porque la pedagogía, cualquiera sea, es incapaz de ga­ rantizarlo. Y hav que ocuparse de sí mismo durante toda la vida, con la madu­ rez como edad crucial, edad determinante. La edad privilegiada en la cual es necesaria la inquietud de sí ya no es la salida de la adolescencia sino el desarro­ llo de la madurez. Con la consecuencia de que lo que prepara la inquietud de sí no es, como sucedía en el caso del adolescente, la entrada en la vida adulta y la vida cívica. El hombre joven no va a ocuparse de sí [mismo] para convertirse en el ciudadano o, mejor, en el jefe que se necesita. El adulto debe ocuparse de sí m ismo, pero ¿para preparar qué? Su vejez. Para preparar el cumplim iento de la vida en esa edad en que la vida misma se cumplirá y quedará como suspendida.

Esta expresión significa literalmente “los varios" o “los numerosos" y designa, desde Platón, a la gran mayoría, opuesta a la elite competente y sabia (para un uso ejemplar de la expresión, cf. Critón, 44b-49c, donde Sócrates muestra que en materia de decisión ética, la opinión dom i­ nante no vale nada).

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