La hermenéutica del sujeto curso en el Collège de France (1981-1982)

ciudadela bien fortificada, una fortaleza protegida por murallas, etcétera.**^ Ter­ cer paquete de expresiones, las que se relacionan con actividades, conductas particulares con respecto a sí mismo. Unas se inspiran de manera muy directa en el vocabulario médico: hay que sanar, curarse, amputarse, abrir los propios abscesos, etcétera.'* También hay expresiones que se relacionan siempre con ac­ tividades que uno realiza con respecto a sí mismo, pero que son mas bien de ti­ po jurídico: hay que “reivindicarse” , como dice Séneca en su primera carta a Lucilio.’ ^ Vale decir: hay que plantear esa reivindicación jurídica, hacer valer sus derechos, los derechos que uno tiene sobre sí mismo, sobre ese yo que está actualmente abrumado de deudas y obligaciones de las cuales es preciso apar­ tarse, o bien que está sometido a la esclavitud. Es preciso, por lo tanto, liberar­ se, emanciparse. También tenemos las expresiones que, por su parte, designan actividades de tipo religioso con respecto a sí mismo: hay que rendirse un cul­ to, honrarse, respetarse, tener vergüenza ante sí m i s m o . P o r último, cuarta constelación, cuarto paquete de expresiones: las que designan cierto tipo de re­ lación permanente consigo mismo, se trate de una relación de dom inio y sobe­ ranía (ser dueño de sí mismo) o, también, de una relación de sensaciones (com­ placerse consigo m ismo, experimentar alegría consigo mismo, sentirse feliz de estar en presencia de sí mismo, autosatisfacerse, etcétera).'“^ Com o verán, tenemos entonces toda una serie de expresiones que muestran con claridad que la inquietud de sí, tal como se desarrolló, como se manifiesta y se expresa en el periodo que consideraré aquí, desborda muy ampliamente la “Recuerda que tu guía interior se vuelve inexpugnable cuando, replegado sobre sí mismo, se conforma con no hacer lo que no quiere [...]. Por eso es una ciudadela a la que la inteligencia li­ bra de las pasiones. El hombre no tiene una posición más fuerce a la cual retirarse, para ser de allí en más inconquistable” (Marco Aurelio, Pensées, V I I I , 48, ob. cit., p. 93 ) ; “Que la filosofía le­ vante a nuestro alrededor la inexpugnable muralla que la Fortuna golpea con sus mil máquinas, sin abrir brecha en ella. El alma que, liberada de las cosas externas, se defiende en el fuerte que ha construido, ocupa una posición inconquisrabie" (Séneca, Lettres à Lucilius, tomo II I , libro X, carta 82 , 5, ob. cit., p. 102). La misma imagen se encuentra en Epicteto (Entretiens, IV , 1, 86), pero invertida, pues se trata, al contrario, de derribar la fortaleza interior. ' ' C f M. Foucault, Le Souci de sai, ob. cit., pp. 69-74 , con referencias, en especial, a Epicteto y a Séneca. Primera frase de la primera carca de Séneca a Lucillo: Vindica te tibi {Lettres à Lucilius, ob. cit., tomo I, p, 3). Pensamos aquí, sobre todo, en reflexiones de Marco Aurelio como “venera la fticulcad de op i­ nión [ten hypoleptiken dynamin sebe]'' {Pensées, III, 9, ob. cit., p. 23) o “ reverencia {tima] lo que

en ti hay de más eminente” (ibíd., V , 21, p. 49). C f las cartas 23 . 3-6 y 7 2 , 4 de Séneca a Lucilio.

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