La hermenéutica del sujeto curso en el Collège de France (1981-1982)

mera actividad de conocimiento, para referirse, en realidad, a toda una práctica de sí mismo. Dicho esto, para situar lo que podríamos llamar la explosión de la inquietud de sí o, en todo caso, su transformación (su transmutación en una práctica autónoma, autofinalista y plural en sus formas), a fin de estudiarla un poco más de cerca, querría analizar hoy el proceso de generalización que la afecta, generalización que se produce según dos ejes, en dos dimensiones. G e ­ neralización, por un lado, en la vida misma del individuo. ¿Cómo se vuelve la inquietud de sí coextensa con la vida individual? ¿Debe ser coextensa con ella? Es lo que trataré de explicarles en la primera hora, mientras que en la segunda intentaré analizar la generalización que hace que la inquietud de sí deba exten­ derse a todos los individuos, cualesquiera sean, con ias importantes restriccio­ nes de las cuales, como verán, les hablaré. Primeramente, entonces, extensión a la vida individual o coextensividad de la inquietud de sí con el arte de vivir (la famosa tekhne ton biou), ese arte de ta vida, ese arte de la existencia del que bien se sabe que, desde Platón y en especial en los movimientos posplatónicos, va a convertirse en la definición fundamental de la filosofía. La inquietud de sí se vuelve coextensa con la vida. Para seguir con el Alcibíades como referencia histórica y clave de inteligibili­ dad de todos esos procesos, recordarán que en ese diálogo la inquietud de sí aparecía como necesaria en un momento dado de la existencia y una oportuni­ dad precisa. Ese momento, esa oportunidad no son lo que en griego se llama kairos}^^ que es en cierto modo la coyuntura particular de un acontecimiento. Ese momento y esa oportunidad son lo que los griegos llaman hora: el momen­ to de la vida, la estación, la estación de la existencia en que hay que ocuparse de sí mismo. Esta estación de la existencia -n o insistiré en ello, ya lo había desta­ c ad o - es la edad crítica para la pedagogía, también para la erótica y para la po­ lítica: el momento en que el joven deja de estar en manos de los pedagogos y de ser objeto de deseo erótico y, a la vez, debe entrar en la vida y ejercer su poder, su poder activo.'*^ Todo el mundo sabe que en todas las sociedades, desde luego, el ingreso del adolescente en la vida, su paso a la fase que nosotros llamamos “adulta” , plantea problemas, y que la mayoría de las sociedades ritualizaron de una manera muy intensa ese paso difícil y peligroso de la adolescencia a la

El kairos, cuyo primer sentido era espacial (el sitio justo dcl blanco para el arquero), designa en la cultura clásica una secuencia cualitativa del tiempo: momento oportuno, instante propicio (cf. M . Trédé, “Kairos": la-propoí et l'occasion. Le moi et la notion cJ'Homère à la f in du IV siècle

av an t J .-C .. Paris, Klincksieck, 1992). C f clxse dcl 6 de enero, segunda hora.

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