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Aunque también, hay que advertir un cierto uso cosmético de estos dispositivos

que no se debe dejar por alto (Jiménez-Esquinas & Quintero, 2017), bien, la

sociedad no es la que selecciona, pues a pesar de su abundante uso en el discurso

y de las abundantes iniciativas y gestiones, lo que se entiende y hace bajo el

paraguas de la participación varía enormemente y genera efectos muy distintos,

inclusive llegándose a id entificar como la “nueva tiranía” al instituirse en el

nuevo requisito burocrático, ya que, en el régimen patrimonial o juego

patrimonial, la participación ésta siendo identificada como una práctica de buen

gobierno (Sánchez-Carretero & Jiménez-Esquinas, 2016).

En correlación con la crítica feminista, el Estado ha mantenido una relación

ambivalente con los bienes patrimoniales, ya que por una parte los valora y

promueve como bienes integradores de la nación y por otra, ha tendido a

convertir representaciones simbólicas de las realidades locales en abstracciones

político culturales, en donde se diluyen las particularidades y conflictos (García,

1999), a la vez que, a lo largo del tiempo ha existido una jerarquía de los bienes

simbólicos, siendo que los bienes de los grupos subalternos tienen un lugar

subordinado, secundario, dentro de las instituciones y dispositivos hegemónicos

(García, 1999), puesto que se ha ido desarrollando un patrimonio disonante,

“porque no produce resonancias con otras personas, no se ubica en la

frecuencia de voz, en que las personas ordinarias hablan o sienten, no afecta a

personas que no han creado el patrimonio por y para ellas, o alejadas de

instancias de poder” (Sánchez-Carretero & Jiménez-Esquinas, 2016, p.194).

Aunque se debe entender que el Estado no es solamente el gobierno ni las

instituciones abstractas, sino que el Estado lo conforman los agentes sociales en

interacción, es decir, las personas que ocupan cargos derivados de instituciones

estatales y la sociedad, y que el saber de los distintos grupos de la sociedad se

construye en el marco de la vida asociativa y cotidiana de la vida pública, desde

donde se dialoga y relaciona con la política institucional (Biskupovic & Canteros,

2019). Estas situaciones se dan en la vida cotidiana, y el caso etnográfico de la

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